sábado, abril 13, 2013

Nada


Me gusta el periodismo de investigación. Me gusta leerlo y siempre he querido practicarlo. Hoy, por fin, he visto cumplido mi deseo. Me he pasado la vida viendo por las calles de Mataró personas que sacan a pasear sus pájaros dentro de jaulas cubiertas de una funda. Nunca he sabido el porqué. Hoy he abordado a un joven que sostenía una y se lo he preguntado directamente.
—Perdona, ¿por qué paseáis las jaulas?
—Paseamos al pájaro, no a la jaula.
—Vale, pero ¿si la jaula va cubierta de un trapo cómo puede saber el pájaro que no le estás engañando? ¿Cómo sabe él que no estás dando vueltas en círculos en el comedor de tu casa en lugar de paseando por la calle?
—Porque lo saben, porque son animales muy inteligentes, y saben distinguir perfectamente la calle de una casa.
—Pero si el trapo no les deja ver nada.
—Lo saben. Además, el trapo les protege, los pájaros son muy vulnerables al exterior.
—¿Algo así como el miedo escénico?
—¿Lo qué?
—Nada. 
—Además, son animales muy miméticos. Tienden a imitar o impregnarse del entorno.
—¿Como los loros cuando imitan el habla?
—Exacto. Y según el color de la funda, así se comportarán.
—No jodas.
—Ya te digo. Mira, como mi funda es verde, pues mi pájaro adopta todo lo que tiene relación con lo verde: esperanza, optimismo. Por eso está siempre cantando.
—I don't belive!
—¿Lo qué?
—Nada. Entonces, ¿si, por ejemplo, le haces una funda con los colores de la estelada se volvería un pájaro independentista?
—Fijo. 
—Is amazing!
—¿Lo qué?
—Nada ¿Lo probamos?
—¿El qué?
—Ponerle la estelada de funda, ¿lo probamos?
—No, que se me muere.
—¿Por qué se va a morir?
—Porque si se me hace independentista creará un vínculo demasiado fuerte con Catalunya, y cuando llegue el momento de emigrar a tierras más cálidas, no querrá marcharse, y se me morirá. 
—Pero ¿cómo va a migrar si está encerrado en una jaula?
—Emigra con la jaula puesta.
—¿Con la jaula?
—Claro.
—¿Se va hasta Australia con la jaula a cuestas?
—Y luego vuelve.
—Is wonderful!
—¿Lo qué?
—Nada. ¿Y viajar con jaula no le supone un problema?
—A veces, pero se llegan a acostumbrar.
—¿Qué tipo de problemas?
—El famoso fenómeno de los platillos volantes, por ejemplo. Un 90% de esos avistamientos son en realidad pájaros que vuelan dentro de sus jaulas.
—¿Me tomas el pelo?
—Que no.
—Me tomas el pelo fijo.
—Que no hombre, que no. Y luego está el problema con los cazadores.
—¿Qué pasa con ellos?
—Qué va a pasar, que a la que ven una jaula volando se lían a tiros con ella, porque saben que dentro va un pájaro.
—¿Y entonces? ¿Qué pasa entonces?
—Pasan dos cosas: que la población de pájaros en jaula se ve mermada considerablemente por la caza indiscriminada, o que uno de esos cazadores insensatos yerre el tiro y lastime a un ser humano. Lo que paso en Dallas, vamos.
—¿En Dallas? ¿Qué paso en Dallas?
—Lo de Kennedy.
—¿Lo de Kennedy?
—Sí, lo de Kennedy. A Kennedy no le disparó Oswald ni fue víctima de una conspiración. Fue un cazador tejano que vivía a las afueras de Dallas, a unos diez kilómetros, que se empeñó en abatir un pájaro que iba en jaula. El tipo la vio pasar por encima de su casa, escupió tabaco de mascar y cogió la escopeta, y se puso a disparar a diestro y siniestro, a ir detrás de la jaula, y a disparar sin pausa, y el pobre pájaro, dentro de la jaula, esquivando las balas como podía, y el tipo ese cada vez más obcecado, dale que te pego con los tiros, el cansino, qué cansino, por dios. Pues tanto se empeñó en abatirla, que sin darse cuenta se plantó en Dallas yendo detrás de la jaula. Se conoce que la jaula descendió un poco justo cuando el coche de Kennedy pasaba por debajo, y el animal ese del cazador disparó, y le reventó los sesos a Kennedy por error. Eso es lo que pasó de verdad, pero no ha trascendido porque nadie se lo creería. Por eso inventaron la soplapollez esa de la conspiración.
—¡Oh my god!
—¿Lo qué?
—Nada. ¡Pero eso es increíble!
—Uy, pues si eso no te lo crees, mejor no te cuento lo de las Torres Gemelas.
—¿Qué?
—Nada.

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