martes, enero 29, 2013

Volverán los 70

A las puertas de la peluquería donde acudo habitualmente a cortarme el pelo veo esparcidos restos calcinados de una pira. Le pregunto a mi peluquero y me explica que este sábado pasado, de madrugada, han prendido fuego a un coche. Estaba aparcado justo delante de una vivienda, un bajo, de la que sus habitantes, dicho sea de paso, tuvieron que salir a la carrera. El barrio, me explica, sufre desde hace tiempo una espiral de degradación espantosa que obliga a la policía a acudir día sí, día no. De regreso a casa, me pongo a ordenarla un poco mientras escucho un podcat de Julia Otero en el que repasan las obras literarias más destacadas del 2012. Una de las que citan es Las leyes de la frontera, de Javier Cercas. La historia de un grupo de jóvenes delincuentes de finales de los 70, tipo el Vaquilla, o El Torete de Jose Antonio de la Loma. En un momento, la locutora y el experto literario que la acompaña en el estudio comentan que parece que haya pasado una eternidad desde la aparición de esos jóvenes delincuentes que crecieron al abrigo de la pobreza y se convirtieron en mitos locales, y cómo ya nadie se acuerda de ellos. Entonces pienso en lo que me ha explicado mi peluquero, y en las noticias publicadas ayer respecto al 50% de desempleo juvenil, y evoco alguno de los protagonistas, energúmenos y delincuentes en ciernes, que aparecen en ese programa de Cuatro, Hermano mayor, y llego a la conclusión de que ahora mismo, ya, se están gestando las condiciones para que se repita ese fenómeno de los 70, si bien, a mi juicio, mucho más violento. 

sábado, enero 12, 2013

Mierda

Reflexión a vuela pluma y bajo los efectos de la irritación que depara toda esta gran basura que, de repente, aparece a nuestro alrededor: este es un país de mierda, lleno de políticos de mierda, pero, en contra de lo que se viene diciendo estos días en relación a que estos políticos detestables y mediocres y sin escrúpulo han surgido de entre la sociedad que formamos parte, ergo, la sociedad es igual de detestable y mediocre y sin escrúpulos que ellos, constituye una puta mentira. En todo caso se nos podrá acusar de ingenuos o de confiados, que es de lo que se le puede acusar a todo aquel que confía y se deja engañar. Me recuerda a ciertas vivencias personales, cuando se te acerca alguien y pone cara de gato de Sherk y te pide algo de dinero con la promesa de que te lo devolverá. Y tú se lo dejas no sin alguna reticencia, y finalmente no te lo devuelve. Te ha engañado. Ha abusado de tu buena fe. Esta mierda de políticos por cuyas bocas regurgitan toneladas ingentes de excremento débidamente disuelto por el ácido venenoso de su saliva hacen lo mismo cada día, un día detrás de otro, y lo peor es que ya lo hacen impunemente: se apropian del dinero de los parados, privatizan la sanidad y luego acaban colocados en las mismas empresas que se aprovechan de esa privatización (y además tienen esposas que se divierten diciendo a los parados ¡que se jodan!), y luego, cuando el pueblo toma las calles y rodea el congreso, es decir, asedian la cueva donde perpetran sus fechorías en forma de leyes que les benefician, luego, digo, se llevan las manos a la cabeza, emplean la retorica en su provecho, de forma fraudulenta, como lo hacían los sofistas, y dicen que el pueblo es energúmeno y no es civilizado y no es democrático y que las cosas se han de hablar y solucionar sin tanto estrépito. Una puta mierda para vosotros, escoria nauseabunda. Cada vez lo tengo más claro: están aislados de la realidad en ese oásis de comisiones, intereses, nepotismo, y la única forma de hacerles ver lo que ocurre de verdad es tomar las calles, y provocar una revolución que se los lleve por delante.