jueves, diciembre 15, 2011

Deseos

Algún día se hará justicia, y un comando del SEAL como el que ejecutó a Bin Laden, recorrerá el planeta de arriba a abajo hasta localizar al tipo que instauró la moda de llevar los pantalones por debajo de los calzoncillos y la de colgar de los balcones a muñecos de Papa Noel (sospecho que son el mismo individuo) y le dará lo que se merece.

lunes, diciembre 12, 2011

Diario

Diario

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Mi naturaleza ermitaña se acentúa notablemente. Ahora estoy pensando en comprar una casa de madera e instalarla en el patio, y amueblarla con la mesa de dibujo y cuatro adminículos indispensables para poder estar tranquilo, entendiendo tranquilo como en la más absoluta soledad, que para mí es el estado ideal del hombre. Me preocupa la aversión que le estoy cogiendo a la humanidad, sobre todo teniendo en cuenta que somos más de seis mil millones, y por tanto cualquier posibilidad de alcanzar la soledad absoluta parece poco probable. Es decir, que, desafortunadamente, todo apunta a que no me quedará más remedio que compartir espacio con más gente.

El otro día llegué a casa y me arrojé sobre el sofá como el toxicómano se abalanza sobre la droga. Puse un cd de jazz, cogí un libro y con el comedor en penumbra me pareció estar en el mejor lugar posible sobre la faz de la Tierra. Me conformo con tan poco que a veces me pregunto si la falta de ambición y el conformismo no constituirá uno de los motivos por los que no he llegado a nada en la vida. Otras me digo que he llegado donde otros no hubieran llegado jamás en las mismas circunstancias que yo he vivido.

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He terminado de leer Verano, de Coetzze, uno de los autores más extrañamente eficaces que conozco. Digo extrañamente porque sin ser un escritor al que le guste realizar piruetas con el lenguaje, acaba creando adicción. Con Coetzze me pasa como con Paul Auster: poseen un estilo muy particular que acaba atrapándote. Los dos son, no obstantes, escritores muy distintos.
Como no tenía nada más a mano me he puesto a leer el último libro de Elvira Lindo, un regalo que le hice a Pilar para nuestro aniversario de boda. Se titula Lugares que no quiero compartir con nadie. No es ficción, sino de reflexiones en relación a Nueva York, ciudad en la que reside largas temporadas. En realidad su marido, Antonio Muñoz Molina, ya publicó algo parecido hace algunos años, Ventanas de Manhattan, uno de los libros que más he disfrutado y releído bajo el influjo del viaje que hicimos a Nueva York.

En las primeras páginas me sorprende descubrir que Elvira Lindo acude a un psiquiatra, pues se le ha diagnosticado ansiedad y una serie de patologías derivadas de ella. Digo que me sorprende porque Pilar y yo hemos hablado a menudo de que Elvira Lindo y Muñoz Molina constituyen el paradigma de pareja a la que nosotros nos gustaría parecernos: ambos viven holgadamente de escribir, y además lo hacen parte del año en nuestra ciudad preferida, Nueva York. Es decir, que a primera vista no deberían sino dar gracias por lo que tienen. Y no obstante, Elvira Lindo padece ansiedad. Sólo se me ocurre pensar que la padece porque teme perder lo que tiene.


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Veo en las noticias a Urdangarín, del cual aparecen imágenes de archivo, y no puede dejar de molestarme que, a pesar de que todo apunta a que ha metido la mano en la caja, el tío tiene aspecto de no haber roto nunca un plato, de ser una persona discreta incapaz de perpetrar todo aquello de lo que se le acusa.
Los prejuicios, idiota, son los prejuicios.

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Voy a correr por una zona donde siempre hay dos prostitutas apostadas en los márgenes de la Nacional (espero que nadie encuentre de mal gusto que haya escrito correr y prostitutas en la misma frase). Al principio solo había una. Recientemente se le sumó la otra, de facciones y cuerpo mucho menos agraciados que la primera. Paso cerca de ellas cuatro veces, dos de subida y dos de bajada, y la mayoría de ocasiones que ha coincidido que una se ha ausentado para desempeñar su trabajo en un descampado contiguo, ha sido la veterana. Entonces me da por pensar cómo es que la recién llegada no se da cuenta de que está en desventaja física respecto a su compañera, y que si pretende tener clientes debería alejarse lo más posible de ella.