jueves, marzo 04, 2010

Ficción e historia

En ninguna otra novela como en Vida y destino, de Vasili Grossman, he percibido la enorme superioridad del novelista frente al historiador. El historiador avanza con tiento pero con determinación hasta que da de bruces con los insterticios de la historia de los que no ha quedado constancia documental. Allí donde el historiador interrumpe abruptamente su relato porque carece de los datos fidedignos que lo sustenten, es donde el novelista apresura el paso y campa a sus anchas. En ningún pasaje se constata tal evidencia como en el que relata, con una prosa que estremece, los últimos instantes de vida de unos seres humanos que se apretujan en las cámaras de gas como ganado a la espera de deguello. Qué novela tan impresionate y qué grandioso escritor es Grossman, que consigue provocar en el lector lo que está al alcance de muy pocos: conmover hasta el límite del llanto.

Bienvenido

El Papa visitará España. Explosión de júbilo. No quepo en mi de gozo. Apenas si podré soportar la espera. Mientras, buscaré consuelo en alguna hagiografía que le sea propicia. La víspera pasaré la noche al raso. A las puertas del aeropuerto. Lo tengo claro. Ya he conseguido un saco de dormir. No bien haya tomado tierra el avión que lo traslada, me colaré subrepticiamente en la pista y aguardaré su descenso a pie de escalinata. Quiero ver con mis propios ojos que hay de cierto en ese rumor que sostiene más que caminar, levita. Pienso recoger del suelo en el que estampe el beso el rastro de saliva que lo impregne y guardarlo en un frasco que cargaré siempre conmigo. Que emoción. El Papa. Nos visita. A nosotros. España. ¿Cabe mayor suerte?

La diferencia

Habrá quien sostenga que en esta noticia pone de manifiesto la diferencia que media entre la mentalidad de un ciudadano estadounidense y un español. No lo descartemos. Mientras que un hombrecito español lo más que se aventura es a sentar a su hijo adolescente al volante de un tractor que avanza a trompicones por entre las veredas pedregosas de un erial deshabitado, el norteamericano exhorta a su primogénito a dirigir el tráfico aéreo del aeropuerto más transitado del mundo. Con dos cojones.