viernes, abril 19, 2013

Cuando los Ellos me dijeron que me concederían un último deseo, les dije que quería viajar al Futuro. Me advirtieron que lo pensara bien, pues ese deseo era una oportunidad desperdiciada, ya que en el Futuro —y los Ellos lo sabían mejor que nade— no había nada, sólo tierra yerma y parajes inhóspitos y las ruinas de edificios que se erigían como bocas desdentadas en medio de la nada. Les dije que no me importaba, que necesitaba constatar por mí mismo, en calidad de Ser Humano Vivo, una cuestión fundamental sobre la que la Humanidad entera se había interrogado siempre. Asistieron en silencio y me introdujeron en la Maquina, y apenas unos segundos después sus puertas se abrieron y me hallé en el Futuro. Estaban en lo cierto: la tierra ardía y fuertes rachas de viento incandescente golpeaban mi rostro. Anduve durante horas, avanzando a duras penas, casi sin fuerzas, hasta que al fin, en medio de un montículo, encontré lo que había venido a buscar. Fui presa de la euforia, pues constaté por mí mismo que todas las profecías habían acertado: allí, delante de mí, sonriente a pesar del horror que nos rodeaba, aguardaba el Unico Ser Humano Capaz de Sobrevivir al Holocausto Nuclear: Jordi Hurtado.

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