lunes, febrero 23, 2009

El mal

Asisto como oyente a una tertulia radiofónica a propósito del caso espeluznante de esa adolescente arrojada al rió Guadalquivir. Según algunos indicios, en modo alguno concluyentes, cabe la posibilidad de que hubiera sido lanzada todavía con vida, lo que incrementa el grado de horror que ya de por sí posee el suceso. Enseguida aparece en la tertulia el análisis de un ilustre sociólogo que califica de víctimas de la sociedad al presunto asesino u homicida. El argumento del que echa mano es bien conocido: crecer en un entorno hostil predispone a delinquir o imitar el patrón observado. No bien ha acabado el sociólogo de exponer los argumentos con los que sostiene su tesis, que ya han arremetido contra él el resto de tertulianos, aduciendo una circunstancia con la que coincido plenamente, a saber: la certeza de que la maldad existe, la maldad gratuita en tanto condición inherente al ser humano fuera de toda pretendida supeditación a causas externas constituye una realidad innegable. El mal, el mal absoluto que se ejerce contra otros por el puro placer de asistir al sufrimiento ajeno es unas de las señas de identidad del ser humano. Es cierto que la predisposición a cometer delitos o convertirse en un pendenciero indeseable es tanto mayor cuanto mayor es el número de pendencieros indeseables de los que uno se rodea, pero no lo es menos que muchos otros cuya infancia se ha desarrollado en medio de un entorno envilecido y turbio no les ha dado por asesinar ni maltratar a nadie. Se diría que a veces estos expertos intelectualizan todo demasiado, y reflexionan en exceso a propósito de asuntos cuya explicación es de una lógica y evidencia abrumadoras. Y se diría, además, que proceden de tal forma con objeto de atenuar y hasta deslegitimar el sentimiento que toda persona de bien experimenta cuando conoce sucesos de semejante crueldad, esto es, el de rechazo y odio y hasta deseo de venganza legítimos que les merecen los malnacidos que perpetran semejantes crímenes.

miércoles, febrero 11, 2009

Caso Englano




A propósito de la controversia respecto al caso Englano, hoy Arcadi Espada apunta en su blog una reflexión que me parece acertadísima y del todo punto imprescindible. Dejo aquí un parágrafo, aunque haríais bien en leer el texto completo.

"(...) Estos grandes defensores de la vida, como se llaman a sí mismos, suelen mostrarse muy contrarios a cualquier intervención “artificial” en los procesos de gestación: prefieren niños enfermos antes que la selección genética. Sospecho que, ahora, no han debido de meditar sobre los sofisticados mecanismos “artificiales” que les permitían seguir hablando de la vida de la señora Englano. Se han convertido, de pronto y quién lo diría, en unos implacables promotores de “la vida de laboratorio”, el sintagma que tanto les repugna."