domingo, febrero 26, 2017

Conversaciones con Martina (119)

Martina:
—Papa, ¿sabes qué? La Laura ha dicho una palabrota y me han castigado a mí.
—¿Y eso?
—No sé. Ella ha dicho la palabrota primero, y me castigan a mí. Qué morrazo, ¿no?
—¿Primero? ¿Qué quiere decir primero? ¿Ha habido una segunda?
—Pero la Laura la ha dicho primero.
—¿Quieres decir que tú la has dicho también, la palabrota?
—Pero la Laura ha sido primero.
—¿Qué palabrota has dicho?
—No te lo voy a decir.
—Dímela.
—No.
—Y ¿por qué te han castigado a ti?
—Porque a ella no la han oído.
—¿Que no la han oído? Entonces es como si no la hubiera dicho. Y eso es como si tú fueras la única que ha dicho la palabrota.
—Pero ella la ha dicho primero.
—Pero es a ti a quien han oído. ¿Qué palabrota era esa?
—No te lo digo.
—No me puedo creer que hayas dicho una palabrota. Dímela.
—No —y baja la mirada, avergonzada.
—Venga, dímela al oído.
—No.
—Vengaaa.
Me agacho y pongo la oreja a la altura de sus labios.
—Gilipollas —musita.

Podredumbre

Si alguien tiene como animal doméstico una piara de cerdos hambrientos, le cedo mi Seat Ibiza para saciar el hambre de esos bichos. Ayer me entretuve contemplando la mierda de años que se acumula en el interior del coche, y pude identificar, bajo la montaña de hojas marchitas, las migas de pan reseco como piedras, y los ganchitos anaranjados tiesos como poliespán, identifiqué, digo, un trozo de filete rebozado con apenas dos dentelladas que se me cayó en 1999, trece cabezas de gambas saladas, cinco carcasas de caracol, los restos cubiertos de moho de un bocadillo de jamón dulce con mantequilla, y el cadáver de una liebre que atropellé durante un viaje que realicé por Extremadura en el año 2000. También me pareció ver los restos de un polvo amarillo todavía por identificar, aunque estoy casi seguro de que son: o bien veneno para ratas que arrojé allá por el 2003 para tratar de acabar con una rata tamaño gato que merodeo el coche durante unos días, o bien sidral o petazeta que se le cayó a mi hija Martina cuando tenía cuatro años. Evidentemente, no me hago responsable de que parte de la piera de cerdos o toda ella pierda la vida por la ingesta de algún producto todavía sin catalogar que posiblemente me haya pasado inadvertido