lunes, julio 14, 2008

Busquémosle una ocupación



Como a partir de noviembre George Bush se quedará con toda certeza sin empleo, y el hombrecito ha demostrado ser tan eficaz, y brillantísimo en el que hasta ahora ha desempeñada, he pensado que habría que empezar a buscarle una ocupación acorde con su perfil y valía, no fuera que permanecer ocioso tras la salida de la Casa Blanca lo deprimiera y semejante estado lo condujera a pensar, y se le ocurrieran ideas que llevar a cabo, que ya se sabe cuál es el resultado de las ocurrencias del individuo en cuestión. Además, como decía el escritor Augusto Monterroso, lo mejor para acabar con una idea es llevarla a la práctica.

Dado la cantidad exagerada de mierdas de perro que yacen por las aceras de las ciudades más populosas y aun las menos habitadas, no estaría de más que George, nuestro George, se dedicara a recogerlas y clasificarlas por densidad y sabor. Para lo primero sólo debería hundir su dedo índice y comprobar hasta que profundidad penetra. Para el sabor obviamente lo más indicado y práctico sería extraer el mismo dedo e introducírselo en la boca, y durante unos segundos frotárselos por las encías y pasárselos por el paladar y los labios con el fin de arriesgar un veredicto respecto a la raza del perro que lo ha excretado, con objeto de efectuar una especie de padrón canino de las diferentes variedades caninas que existen en cada barrio. Asimismo, a fin facilitar posteriores estudios, no estaría de más realizar una comparativa del excremento canino versus el humano, para lo cual George, nuestro querido George, sólo debería sacarse dicho dedo de la boca e introducírselo en su propio ano o recto, y seguidamente volverlo a introducir en la boca, y así sucesivamente hasta alcanzar una opinión más o menos científica en relación a la acidez, olor, etcétera.

Otro empleo que he pensado que se ajustaría a su traza de hombre curtido en toda suerte de ocupaciones sería la recientemente inaugurada por un urólogo australiano a fin de hallar una solución médica a la patología comúnmente conocida como Atascus Penis, consistente, como indica la propia expresión, en la obturación de la uretra o conducto por donde circula la orina o el semen. El médico australiano ha concebido un sistema ciertamente rudimentario pero eficaz para proceder al desatasco, a saber: se sitúa en el interior de la uretra o conducto de orina un pequeño e inofensivo petardo, de tal modo que de la punta de la polla, pene, falo o cipote sólo asome la mecha que producirá la combustión. Se prende fuego a dicha mecha, cuidando de que la llama no se expanda demasiado no fuera que ardiera el glande o punta del cipote, polla, falo o pene, y acto seguido, ¡pum!, una pequeña explosión acaba con todo atasco. En caso de que nuestro entrañable Bush accediera al desempeño de semejante empleo, se obtendrían dos importantes beneficios: el desatasco en sí mismo, y por tanto la solución al Atascus Penis, y de paso acabar con la posibilidad de que la familia Bush aportara a la humanidad más descendencia que pudiera perpetuar la saga y, en consecuencia, acelerar la desaparición de la raza humana a causa de alguno de los desastres que se precian de provocar a diario sin apenas parpadear los vástagos de tan desafortunada y necia estirpe.