jueves, mayo 30, 2013

El escarabajo


—Tenemos que hablar.
—Dime.
—Me resulta violento, pero te lo tengo que decir.
—¿El qué?
—La gente se queja.
—¿De qué?
—Del olor.
—¿Qué olor?
—El tuyo.
—¿El mío?
—Sí, el tuyo. Hueles mal.
—¿Yo?
—Sí, tú.
—¿A qué?
—¿A que qué?
—A qué huelo.
—¿Tengo cara de sumiller de mierdas? Yo qué sé a qué hueles, tío. El caso es que hueles mal.
—Yo no huelo nada.
—Pues no sabes lo afortunado que eres. Hiedes.
—¿Hiedo?
—A perros muertos.
—No será para tanto.
—Qué no será para tanto, dice. Pero tío, ¿tú no has notado cómo las flores languidecen a tu paso?
—¿Languiqué?
—Es igual. Pues eso: que hueles como si una nube te siguiera todo el día lloviendote mierda encima.
—Debe de ser la mochila.
—¿La mochila? ¿Es que haces tus deposiciones dentro de ella?
—¿Deposiqué?
—Que si te cagas dentro.
—No, guardo la ropa sucia.
—¿La ropa? Pues tío, esa ropa no la tendrías que guardar, esa ropa la tendrías que incinerar.
—No tengo más muda que esa.
—Pues lávala.
—Ya lo hago.
—¿Con qué frecuencia?
—Lo normal, cada tres semanas o así.
—¿Lo normal? ¿Eso te parece normal? Eso es normal si vives en Truñolandia o en Villa Diarrea de los Lapos. Lo normal, dice.
—No querras que me lave cada día, ¿no?
—¿Por qué no? Todo el mundo lo hace. Yo lo hago.
—Lo sabía. Así te va.
—¿Qué quiere decir «así te va»?
—Te he estado observando: estás siempre resfriado.
—¿Y eso qué coño tiene que ver?
—Fijo que estás bajo de defensas.
—¿Lavarse reduce las defensas?
—Demasiada higiene nos hace más vulnerables a las amenazas externas.
—Bobadas.
—En serio. A ver: ¿Tú a mí cuántas veces me has visto enfermo? Di.
—Vamos, no tengo yo otra cosa que hacer que preocuparme de tu salud.
—Nunca. No me has visto nunca. ¿O es mentira?
—Y dale. Yo qué sé, tío.
—Fuerte como un roble. ¿Y sabes por qué?
—No, ¿por qué?
—Porque no me lavo desde 1980.
—Anda y vete a tompar por culo.
—En serio.Tuve un revelación y me dije: tienes que hacer de tu cuerpo una fortaleza inexpugnable contra las bacterias.
—Venga tío, deja de decir tonterías, que la gente va pensar que además de guarro eres tonto.
—En serio. Me dije: seré invulnerable como los dioses del Olimpo.
—Joder, que me tengan que pasar siempre a mí estás cosas.
—Me dije: Forjaré mi cuerpo para ser invencible; no, qué coño invencible: indestructible. La mierda me protegerá. La mierda me hará inmune. La mierda creará en torno a mí un escudo invisible que repelerá las agresiones de la naturaleza. Y así es.
—¿Así es qué?
—Nadie se acerca. Todos huyen. Al mundo le doy miedo.
—Al mundo le das asco, tío.
—Me convertiré en el único hombre que sobreviva a un desastre nuclear, como los escarabajos. Seré un escarabajo humano. Haré realidad los deseos de Kafka.
—Inaudito.
—¿Inauqué?
—Nada.

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