Martina se me acerca cuando estoy a punto de llevarla al colegio.
—Papa —dice—, ¿puedo llevarme esta muñeca, y cuando esté en la puerta del cole te la devuelvo?
—Llévatela.
—Pero cuando la traigas a casa métela en la cama bien arropada, ¿vale?
—Vale.
—Y a su lado pones a Leopardina, ¿vale?
—Vale.
—Pero ponlos a los dos encima de la almohada que tiene una flor con pelo, ¿vale?
—Valee.
—La que tiene la flor, no la otra, ¿vale?
—Valeeeeeee.
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