miércoles, septiembre 28, 2011

Diario

Diario


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Voy mirando en el tren qué libros lee la gente. Delante de mí hay un hombre que sostiene Lolita, de Nabokov, en la edición de bolsillo de Compactos Anagrama. He constatado a diario que hay personas que tienen muy poca consideración con esa rama amable del chafarderismo que practicamos algunos. Adoptan posiciones poco propicias para ello o sitúan el libro en horizontal de tal forma que resulta imposible saber el título y el autor. Me obligan a efectuar unos requiebros con el cuello que un día de estos me costará una luxación.


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He caído en la cuenta de que cuando se extienda el uso del libro electrónico y todo el mundo lo lleve mientras se desplaza en transporte público tocará a su fin este placer de escrutar la portada de los libros. En mi casa, maldita sea, ya ha entrado esa máquina infernal, y creo que lo ha hecho para quedarse. Pilar está entusiasmada con él y hasta juraría que lee más desde que se lo regalé. El bicho venía con una funda que lleva incorporada una pequeña lámpara retráctil, muy chula ella, con la que Pilar está encantada. Con la habitación del dormitorio en penumbra, cuando nos vamos a la cama y leemos un rato, Pilar extrae la lámpara como si fuera una espada láser, y mira de soslayo hacia mi libro rudimentario con el mismo deje de superioridad con el que un conductor de un Ferrari adelanta a un Seat Panda.


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He llegado sediento de correr y he bebido a gollete de una botella que había encima del mármol de la cocina. He notado un sabor raro. Ha resultado que era la botella en la que había sumergido Pilar las flores que compra todos los sábados. Tiene cojones la cosa.



3 comentarios:

Yolanda dijo...

Que asco!! Y te has bebido ese agua??

Arcadio dijo...

¿Qué quieres? Si Pilar me ha tendido una trampa.

Anónimo dijo...

Esta claro que Pilar se quiere quedar con tu fortuna y enviudar cuanto antes,jejeje. O sea, que Pilar te mira como Cristiano a cualquier defensa barato.
Un abrazo, Jose