miércoles, enero 01, 2014

Gallardón y Juan Cotino


Señor Todopoderoso de los Universos Celestiales:

En el próximo año 2014 me gustaría que prosiguieras en la línea del 2013 y repartieras amor por doquier. Pero, esta vez, te pediría que vencieras tus escrúpulos homófobos y dedicaras tus esfuerzos en exclusiva a la pareja Gallardón y Juan Cotino, el Presidente de las Cortes Valencianas. Ya sabes, ese tipo encantador que te suele homenajear depositando encima de la mesa de las Cortes un crucifijo y al que, recientemente, se le ha ocurrido decir que los que defienden el aborto son como Herodes. 

Concretamente, te pediría que un amor desaforado y pasional surgiera entre ambos durante la celebración de un congreso del PP y, libres de todo prejuicio y atadura moral, sus cuerpos sudorosos retozaran hasta la extenuación en la habitación del hotel, hasta el extremo de que ningún agujero quedara por explorar. Que se amen, señor, que se perforen y que se musiten secretos al oído y cariñosos diminutivos. Que mútuamente se propinen inofensivas dentelladas en el lóbulo de la oreja, y que los dedos de sus manos varoniles se enreden, ahítos de placer, entre el vello pectoral de uno y otro mientras, de fondo, suena en la platina del equipo de música una cassette grabada por Cotino con los mejores temas de Frankie Goes to Hollywood, Pet Shop Boys y Culture Club.

Te pediría, asimismo, que al término de esas jornadas pletóricas de sexo y pasión se produjera un milagro maravilloso y plantaran la respectiva semillita uno en el otro y quedaran ambos encinta, y que ninguno de los dos recibiera con agrado semejante milagro enviado del cielo, —esto es, enviado por ti—, y se vieran en la tesitura de decidir qué hacer con ese bendito e inmaculado ser. Y que fuera cual fuera la decisión que tomaran, que desde ese momento y hasta el final de sus vidas, una vocecita, como la letanía de una canción que se repite sin pausa, resonara día y noche en la conciencia beata de ambos, exclamando: «Solo cuando se tiene un padecimiento, se tiene una opinión propia».

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