lunes, septiembre 02, 2013

Conversaciones con Martina (90)


Hoy Martina ha comido con sus tías, en la pastelería. Al poco de terminar de comer, una de sus tías, mi hermana Yoli, ha recibido una llamada de teléfono de la policía: le anunciaban que su coche estaba parado en medio de un cruce. Mi hermana no se lo podía explicar, pues lo había dejado perfectamente estacionado y con el freno de mano puesto. Sea como fuere, el coche parece haberse deslizado por sí solo, suavemente, hasta quedar varado en medio de esa calle, impidiendo el tránsito de los vehículos. Mi hermana ha salido a la carrera para quitarlo de en medio. Martina ha expresado de inmediato la preocupación de que su tía fuera al encuentro de la policía, y no ha cesado de repetir que debería haberla acompañado. También ha dado a conocer una posible hipótesis conspirativa al extraño caso del coche que se traslada solo; según ella, ciertos individuos, después de estar mucho rato buscando aparcamiento, se cansan y sacan de sus aparcamiento los coches estacionados para, acto seguido, poner el suyo. Después de compartir su teoría, Martina ha proseguido expresando su preocupación por su tía Yoli y la policía, y no ha cesado de repetir que tendría que haber acompañado a su tía. 
—Pero vamos a ver, ¿para qué ibas a acompañar a la tía? —le ha preguntado Manoli, su otra tía— ¿Qué pintabas tú allí?
—Para enterarme de todo —ha respondido Martina.
—Pero, chafardera, ¿para qué te quieres enterar de todo?
—Porque tengo que saber toda la historia, para poder contársela un día a mi hija.

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