lunes, septiembre 24, 2012

Diario

Debería dejar el deporte y ponerme a fumar y a beber como si el mundo se acabara mañana. He caído en la cuenta de que reúno el perfil del típico tío que fallece prematuramente a pesar de no haber cometido excesos.  Cuántas veces no habré formado yo parte del clásico rondo que se crea a la salida del sepelio y exclama: "¡Pobre, con lo que se cuidaba!"


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Mientras que escribir constituye una fuente permanente de desazón que tiene que ver con la imposibilidad de expresar con exactitud, mediante la escritura, lo que tienes en la cabeza, dibujar es una gozada sin fin, es entregarte a un juego ancestral que te remite a la infancia, y además es una disciplina en la que uno se siente tanto más seguro y más hábil cuanto más tiempo transcurre.



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 Lo bueno de dibujar es que puedes escuchar la radio mientras lo haces. Escucho Catalunya Radio, Julia Otero, programas de cine como La finestra indiscreta o La claqueta, o Carlos Herrera. Este último no sé en qué momento se radicalizó tanto. Seguramente habrá sido una circunstancia progresiva, un dejarse llevar por la ira que ha desembocado en resentimiento. Cuando empecé a escuchar su programa, hace bastantes años, ni de lejos dejaba entrever su tendencia política. Ahora casi produce vergüenza ajena el trato que dispensa a los políticos de izquierda en relación al compadreo que se trae con los de derecha. Supongo que algo tendrá que ver que fuera amenazado por ETA y el exilio forzado en Miami al que se vio obligado. Por alguna razón que desconozco se siente resentido con la izquierda y no con la derecha. Según he leído le mandaron un paquete bomba a la emisora y subió con él en el ascensor antes de descubrir que en efecto era un artefacto explosivo.


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