Estoy de rodillas frente a Martina, atándole los cordones para llevarla a casa de su abuela. Me dice:
-Papa, recuerda que me tienes que preparar el bañador.
-Ya lo he hecho -le respondo.
Me rodea con los brazos y con la palma de la mano abierta me propina varias palmaditas en la espalda mientras dice:
-Buen padre.
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