sábado, mayo 28, 2011

Entrevista imaginaria al Rey de España

-Buenas tardes, Majestad.
-Buenas tardes tenga, hijo.
-Antes de empezar con la entrevista me gustaría saber si tiene inconveniente en que le llame Juanqui. Lo digo para transmitir a los lectores una cierta sensación de familiaridad.
-Me parece bien. Ya sabe usted que el campechanismo es mi religión.
-Ya que lo menciona, Juanqui, ¿que le parece que se le atribuya esa campechanería?
-No me parece mal, sobre todo porque es cierta. Soy un rey, y disculpe la expresión, la hostia de campechano. De hecho, si Felipe I pasó a la historia como El hermoso, por qué no podría pasar como Juan Carlos I, El campechano. ¿Mola o qué?
-Pero, ¿no cree que eso va en detrimento de la monarquía?
-No entiendo por qué. Quizá antes sí, pero en estos tiempos que corren los súbditos necesitan sentir la cercanía de su rey.
-¿Es cierta esa leyenda de que a veces coge su moto y se dedica a circular por las calles de Madrid aprovechando el anonimato que le proporciona el casco?
-Es cierta a medias. No me dedico a circular sin más. Salgo para comprar uno callos.
-¿Unos callos?
-Sí, me encantan los callos. Y a la reina más. Le chiflan, como se suele decir.
-Ya, ¿pero no sería más cómodo pedirlos por teléfono? Dada su posición, digo.
-Sale más caro. Un euro más.
-Sí pero...
-Y además, las dos veces que he intentado pedirlos por telefono no he obtenido una respuesta satisfactoria del empleado.
-Explíquese, por favor.
-Cuando me pregunta a nombre de quien va el pedido y le digo Juan Carlos I de España, se ríe y me cuelga.
-No me lo puedo creer. ¿Y usted no insiste?
-Ya lo creo. Vuelvo a llamar, le digo que es verdad, que soy un Borbón, de los Borbones de toda la vida.
-¿Y el que le responde?
-¿Cuando le digo que soy un Borbón?
-Sí
-Me pica un cojón. Eso me dice. ¿Se lo puede creer? Vaya vocabulario que gasta la gente...
- ¿Y por qué no utiliza otro nombre? Por ejemplo Juanqui.
-Ah, pues ahora que lo dice...no lo había pensado... Pero no, no funcionará, porque cuando le doy la dirección de la Zarzuela, también me cuelga. No me creen
-Vaya, qué problema. ¿Y no conoce a nadie, un vecino cercano, para darle su dirección, y que luego él se lo lleve a casa?
-Sí, tengo un par de vecinos, pero no nos hablamos.
-¿Y eso?
-Ya sabe lo que suele pasar en las comunidades de vecinos.
-Explique, explique.
-Pues resulta que me tocó ser presidente de escalera, y ahí surgieron los primeros problemas, porque yo le dije que no podía ser presidente siendo rey, que era como un paso atrás, que no podía ser que todo el mundo busque promocionar profesionalmente en este país, y yo, que soy el rey de España, vaya para atrás.
-¿Y qué le dijeron?
-Bueno, aunque a regañadientes, lo comprendieron, y en lugar de presidente de escalera, cuando me toca a mí aceptan que sea rey de escalera.
-Bien, al menos se solucionó, ¿no?
-Solo temporalmente, porque como estoy todo el día fuera, viajando de aquí para allá, ahora de visita a China, ahora en Marruecos, se enfadaron porque no cumplía con mis obligaciones de rey de escalera. Total, sólo porque se me pasó cobrar unos recibos y arreglar unas humedades, y desde entonces nos cruzamos en el portal o en la calle, y, oyes, que me giran la cara, tú.
-No me lo puedo creer.
-Como se lo digo, que giran la cara los muy bordes. A mí, que si no llego a estar al quite este país está gobernado por un picoleto con mostacho.
-Es que la memoria es muy corta.
-Pues no se lo va a creer, pero esas pequeñas tonterías no me dejan dormir. Como se suele decir, me como la joya por cualquier cosa.
-Olla. Se dice me como la olla.
-Eso, olla. Es que el pueblo utiliza cada jerga... Me como la olla porque, como buen campechano, me gusta llevarme bien con todo el mundo.
-¿Y que piensa hacer?
-Bueno, la semana que viene, a petición mía, realizaremos un acto conciliatorio, a ver si se soluciona la cosa.
-¿Y si no?
-Uy, no quiero ni pensarlo, porque se meterá por medio la reina y se acabará de complicar. Menuda es.
-Comprendo. La reina no tolera esos comportamientos hacia el Jefe de Estado.
-No, qué va. Es que la esposa de uno de ellos le hizo un feo, y desde entonces la reina le tiene ganas.
-¿Qué feo le hizo?
-Hicieron una reunión de tupperware y no la invitaron.
-¿Qué me dice?
-Como lo oye. Y eso le tocó mucho los ovarios, porque la reina congela en tapper todos los callos que sobran, porque como soy un poco ansia siempre compro de más, y cuando vienen Felipe y Leticia o las nenas, se llevan uno o dos, y luego no los devuelven y nos quedamos sin tapper.
-Y dígame, ¿de no haber sido rey que le hubiera gustado ser?
-Pues no sé... no había pensado en ello... quizá trabajar de minero en Sudáfrica...o en un arrozal de Vietnam...
-¿En serio?
-Ni digas tonterías, hijo. En serio dice...

1 comentario:

Yolanda dijo...

Que bueno!
La próxima que no sean callos que la reina es vegetariana.