Entramos en el parque de la Ciudadella. De repente, el gorjeo de pájaros resuena con cierto estruendo por encima de nuestras cabezas, como si las copas de los árboles altísimos estuvieran al alcance de nuestra mano. Martina dice:
-¿Oyes eso papa? Creo que alguien está en apuros.
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