lunes, marzo 25, 2013

El tedio

De las auditorias que regularmente realiza Julia Otero para saber qué gusta y qué no a sus oyentes se deduce, una vez más, el descrédito de los políticos. Son unánimes las demandas que piden que Julia no les haga entrevistas. El motivo viene de lejos: cada vez que ha invitado a alguno yo, particularmente, he apagado la radio debido al tedio y al montón de lugares comunes que expresan. Son espantosamente predecibles, en absoluto espontáneos, sometidos, todos, a un guión establecido del que no se apartan ni un milímetro. Están, o parecen estar, a años luz de la realidad, y, lo que es peor, a años luz lo que desearía escuchar un ciudadano. ¿Todos esos asesores de los que se rodean no son capaces de adivinar que la gente lo que quiere es que se nos hable sin ambages ni condescendencias infantiles? Se suma, a todo esto, el descrédito del que adolecen actualmente. Dicho todo esto, ¿no debería ser trabajo del periodista sacarlo del guión incluso cuando se aferran a él denodadamente? ¿No debería sacarlo de él incluso a riesgo de ser insolente y jugarse que nunca más vuelva al plató? Creo que fue mi hermana Manoli la que me explicó cómo presenció a un periodista de la BBC formularle diez o doce veces la misma pregunta a un periodista que rehuía la respuesta continuamente. No cesó hasta que no le quedó más remedio que responder.

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