jueves, enero 20, 2011

Ahora que me ha venido Lost a la memoria

Ahora que se han calmado los ánimos y parece ser que no hay riesgo de revuelta popular -en realidad la hubo, pero sólo fue virtual- me gustaría aportar algunas reflexiones respecto a la serie Lost y a su controvertido final. Creo que Lost constituye un caso ciertamente paradigmático de como echar por tierra un prestigio que, al final, se ha demostrado tan virtual como durante seis años lo fue el público que ensalzó la serie, entre los que yo mismo me encuentro.
Las novelas decimonónicsa se publicaban por entregas, en folletines o en periódicos. Semejante proceder obligaba al escritor a escribir de tal manera que necesitaba suscitar interés en el lector, pues en caso contrario no volvían a comprar el periódico o el folletín y él probablemente perdería su trabajo. Paulatinamente, desde el XVII, los escritores habían dejado de escribir en régimen de mecenazgo, no tenían ya la tutela de una figura ilustre que los mantenía económicamente mientras ellos se dedicaban a escribir. Como se suele decir, ahora estaban obligados a buscarse las habichuelas.

Que una serie como Lost, alguno de cuyos episodios -la gran mayoría a decir verdad-, habían alcanzado considerables cotas de calidad narrativa, finiquite su prestigio con una conclusión tan decepcionante y fuera de lugar obedece simplemente a las dictaduras de la audiencia. Pudiendo haber logrado la consideración de una obra de culto, acabará siendo recordada como la demostración de ineptitud más palmaria de la reciente revolución televisiva que está experimentando las series. Y todo por culpa de unos guionistas que prefirieron la gloria del agasajo laudatorio efímero a la posteridad, apostando episodio tras episodio por la vieja convención del género folletinesco de crear suspense a toda costa, conscientes de que jamás podrían estar a la altura de su resolución. En ese sentido, nos tomaron el pelo a todos, incluso a gente con cierta experiencia en las técnicas narrativas. En lo que a mi respecta, cada vez que acababa de ver un episodio recordaba las palabras de Borges de que la resolución del misterio nunca está a la altura del misterio, y lo hacía porque me veía venir el tremendo batacazo que finalmente se han pegado.

Cuando concluyó la serie, no pude evitar pensar en el escritor E. M. Foster y en su ensayo Aspectos de la novela, donde sostenía que a una novela el escritor le debería poner fin cuando se cansara de escribir. Ya está. Si el impulso primero que había desatado la escritura torrencial desaparecía, los más aconsejable era dar por finalizado el libro, aunque el lector se quedara a medias y la historia no contara con un final. Bien mirado es mejor gozar de unas cuantas páginas redactadas con vigor y emoción que continuar escribiendo por pura inercia páginas y páginas de plúmbeas reflexiones sobre las más disparatadas banalidades.

3 comentarios:

Yolanda dijo...

Hermanito, tienes toda la razón!!

Anónimo dijo...

No podria estár más de acuerdo contigo compañero!

Anónimo dijo...

No puedo opinar de Lost porque no la he visto. Pero si me alegro que vuelvas a tu blog. Bienvenido!
Jose