viernes, octubre 08, 2010

Avancemos, señores, avancemos.

El altercado de ayer entre Sergio Ramos y el periodista de TV3 constituye la prueba más evidente de que la relación entre España y Catalunya está abocada a un deterioro permanente. No es posible que Ramos desconozca que algunas de las comunidades que integran España emplean un idioma diferente al suyo, y, por tanto, que los medios de comunicación locales se expresan en esa lengua vernácula aun cuando se hallen fuera de la comunidad, puesto que la declaración grabada esta pensada para emitirla sólo en esa comunidad en cuestión, y, por consiguiente, destinada a los ciudadanos que hablan esa lengua. Parece lógico pensar, habida cuenta su condición de jugador estrella expuesto con frecuencia a ruedas de prensa similares a la de ayer, que en alguna otra ocasión habrá observado que un periodista catalán pide a un jugador asimismo catalán que se exprese en la lengua que comparten, y, concluida la declaración, la repita en castellano. Es una circunstancia habitual y debería ser aceptado con absoluta normalidad.
Uno no entiende el motivo por el cual Ramos se ha molestado al punto de manifestarlo en voz alta. Y este, atención, no es un detalle baladí. Ramos ha debido sentirse verdaderamente contrariado para romper con la tradición afásico-mongoloide que prevalece de normal en las declaraciones que los futbolistas hacen a la prensa, todo un alarde de oratoria del tipo la decisión es del mister, el mérito es de los compañeros, y, el sintagama estrella, el fútbol es asín. Llegado este punto no parece muy disparatado sospechar que Ramos siente un punto de animadversión a todo cuanto atañe a lo catalán, por más que lo niegue, y cuelgue en su Twiter una fotografía amistosa con Piqué a fin de desmentir cualquier diferencia entre ambos. Es más, estoy completamente seguro de que si el periodista hubiera sido gallego o vasco y se hubiese dado idéntica situación, Ramos no habría abierto la boca.
Lo que más rabia da es que toda esta situación de encuentros y desencuentros tendría fácil solución. A poco que uno piense con detenimiento y cierta voluntad de reflexión (en ningún sitio, que yo sepa, está escrito que reflexionar produzca cáncer o alguna patología sería, así que hagámoslo sin temor), y se recuerde algo que la costumbre y el hábito diario de años ha echado al olvido: la lengua constituye el cordón umbilical que nos vincula directamente con nuestra infancia, somos la lengua con la nuestros padres nos hablaban incluso antes de nacer, y difícilmente nadie podrá quebrar ese vínculo por más empeño que ponga. Una vez alcanzada esa verdad categórica, sería bueno ponernos en el lugar del otro, el que se expresa en una lengua distinta a la nuestra, y llegar a la conclusión de que posee todo el derecho a sentir lo mismo por su idioma que nosotros por el nuestro. Esa sería la única forma de avanzar, de comprender de una vez que las lenguas, bien empleadas, son un instrumento para unir y no para dividir.

3 comentarios:

Artemisas' Project dijo...

Tens tanta raó

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo. Parecia más un gag del "Crackovia" que algo real. El chico es que es un poco limitadito. Por cierto he caido en las redes de Artemisa, me tiene enganchadísimo. Solo falta que a Martina le abrais un blog,jeje

Arcadio dijo...

No descartes lo de Martina. Ya se sienta delante del ordenador y meneja el ratón con soltura. Además parece que le gustan mucho los cuentos, y lo único que hace falta para abrir un blog es ser un poco cuentista.