jueves, septiembre 30, 2010

Voyeur

En los trenes deberían de instalar desinhibidores de frecuencia tal y como ha hecho el ejército en los carros de combate que merodean por las pedregosas carreteras de Afganistán. Lo deberían de hacer para que los móviles enmudecieran siquiera durante el tiempo que dura el trayecto, a ver si hay forma de que uno culmine un viaje sin enterarse de las pequeñas miserias que padece la gente, que departen con el móvil a voces, como si su interlocutor fuera sordo. Ayer ocupé un vagón en el que me parece que yo era el único que no trasteaba un móvil. Y ya sé que los móviles están pensados precisamente para ser trasteados y manoseados y sobre todo exhibidos (los móviles son los nuevos símbolos fálicos), pero es que hasta hace cuatro días los vagones de tren constituían un refugio silente que lo preservaba a uno de los estruendos cotidianos que depara la ciudad. Un entraba en ellos y cuando las puertas se cerraban a tu espalda y tomabas asiento se instauraba una moratoria con el mundo exterior, y prevalecía un acuerdo tácito con el resto de viajeros, y cada cual se sumergía a sus cosas sin perturbarse unos a otros. Ahora se necesita padecer una sordera de dos pares de narices (valga la expresión) para no enterarse de nada. Es curioso que uno sienta más pudor por las intimidades reveladas que quienes las revelan a voz en cuello. A mí no sólo no me debería importar sino que debiera agradecerlo, pues cualquier confidencia que llegué a mis oídos puede ser empleada para una entrada de blog, pero no puedo evitarlo. Y estoy convencido que en todos nosotros late un cotilla, un curioso, un vouyer, lo que ocurre es que el vouyerismo gusta de ser practicado en soledad, y no compartido por un vagón entero.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente, tienes que estar agradecido a esas miles de personas que te inundan de ideas para tu blog. Si en el fondo te encanta... Antes del boom de los móviles, era el coche el simbolo fálico, a ver quien lo tenia más grande y más caro. Que simples somos los tios!

Arcadio dijo...

No es por ir a contracorriente, pero a mí jamás me ha interesado el tema coches, y siempre me ha parecido una pérdida de tiempo dedicar más horas de las necesarias a su mantenimiento. Supongo que por eso todos los que he tenido han acabado siendo un ecosistema en el que habitaban toda suerte de animalitos microscópicos, de tanta suciedad como tenían. Recuerdo que tenía un renault 11, y cada día, cuando salía de trabajar, paraba a comprar una barra de pan. La depositaba en el asiento del acompañantes, y de camino a casa iba arrancando trocitos de pan y me los iba comiendo. Las migas iban cayendo y cayendo formando una montaña de pan que al final alcanzó una altura considerable. Creo que lo vendí con la montañita de pan incluida.
Por cierto,¿quién eres? Diría que Jose, pero no estoy seguro...

Anónimo dijo...

Eres un crack! Efectivamente soy yo. Ya me acuerdo de R.11 con el que impresionaste a Pilar, por eso empezó a salir contigo, por tu coche,jejeje.

Jose

Anónimo dijo...

"Voyeur". Es voyeur, no "vouyer".

Arcadio dijo...

Gracias, anónimo.