lunes, febrero 05, 2007

Arriba y abajo




Hace pocos meses vi una tertulia televisada entre periodistas que debatían cuánto de lícito o razonablemente ilícito debe haber en el proceder de todo servicio de inteligencia. El debate se había suscitado a consecuencia de las primeras revelaciones publicadas por aquellos días en prensa en relación a los procedimientos irregulares que la CIA había llevado a cabo en distintos países en su lucha contra el terrorismo. El debate no tardó en hacer mención a la prisión de Guantánamo y su vergonzante existencia como parque temático dedicado a la tortura. En medio de las réplicas y contra réplicas de los efusivos tertulianos se dio paso en directo a una llamada telefónica de un individuo vinculado de manera directa con los servicios secretos españoles (circunstancia no sólo insinuada por él, sino fácilmente deducible de sus palabras). El hombre, que, como es lógico, declino identificarse, realizó una exposición detallada y muy bien argumentada según la cual nosotros, la gran mayoría de ciudadanos, ignoramos todo cuanto traman a todas horas los terroristas o cualquier otro grupo de facinerosos con objeto de perturbar o directamente destruir nuestro estado de bienestar, y asimismo desconocemos –añadió– las medidas que las diferentes fuerzas de seguridad deben tomar para frustrar o prevenir semejantes tentativas. Añadió que si conociéramos los pormenores de una y otra actividad, nuestro quehacer cotidiano sería por completo distinto, viviríamos en estado de ansiedad, con la sensación permanente de peligro acechando en cada esquina. Para concluir, el tipo dijo que la existencia de la cárcel de Guantánamo obedece a una estrategia muy clara: la disuasión, esto es, los terroristas deben saber que si son atrapados irán a parar a un lugar en el que no sólo carecerán de derechos sino que además sufrirán todo tipo de vejaciones. De las palabras de ese tipo cabe deducir, pues, que Guantánamo, aunque monumento deplorable, es un mal menor que los ciudadanos, haciendo de tripas corazón, y si deseamos que nuestro estado de bienestar se prolongue largos años y nada perturbe, como diría Valle-Inclán, nuestra feliz existencia de niños ciegos, es algo que debemos tolerar, ignorar, mirar en otra dirección, en definitiva.
Ayer domingo, meses después de la intervención telefónica de ese individuo, leí el siguiente fragmento, en referencia a Guantánamo, en una entrevista al ex agente de la CIA Tyler Drumheller publicada en El País: Esos tipos (…) que se dedican a planificar atentados en las metrópolis desisten de sus propósitos en cuanto se enteran de que alguien que comparte sus mismas convicciones ha sido capturado y enviado a algún sitio donde tendrá que pagar por sus crímenes.
La cuestión planteada me recuerda a un diálogo de la película Algunos hombres buenos, dirigida por Rob Reiner. En ella, el personaje interpretado por Jack Nicholson, un comandante sospechoso de haber consentido métodos ilegales para escarmentar a un marine presumiblemente indócil, en un rapto de cólera le dice al abogado militar encarnado por Tom Cruise: “(...) estoy harto de los tipos como tú que se van a dormir cada noche con el manto protector que yo les proporciono, y luego cuestionan el modo en que se lo proporciono”.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo siento, estoy a favor de Guantánamo, es más, estoy a favor del Guantánamo que no conocemos que es el verdaderamente útil y que seguro que quién debe conocerlo lo conoce.
Esto de la democracia esta muy bien, aunque tenga algunos fallos, y es este tipo de iniciativas las que la hacen fuerte.

Siento ser tan inculto por no poder precisar quién era el filósofo que decía que conocemos la existencia de algo y lo valoramos por la existencia de su contrario.

Yo, aún espero el día en que tengamos que hacer un examen personal en toda regla para conseguir el carné de votante, es una medida que yo apoyaría de inmediato.

Hay una frase en la película, "Marea roja" en la que Gene Hackman le dice a Denzel Washington: "Yo estoy aquí para preservar la democracia y no para practicarla".

Gracias a Dios aún existen cosas que no nos pueden robar... Como aprender cosas nuevas que ya sabíamos, o sorprendernos con algo tan cotidiano como el patriotismo que aparece en las películas de Hollywood... Es una de las pocas cosas que nos quedan sin que nadie las pueda corromper al 100%.

Arcadio, hoy si que te digo: "¡Oh capitán mi capitán!"

P.S.
El "anónimo" que te ha llamado gilipollas no he sido yo.

Arcadio dijo...

Alex, no hacía falta la aclaración. Sé que tú no has sido. ¿A quién le importa, en cualquier caso, quien haya sido?
Es increible, esa frase a la que haces referencia en Marea Roja se me quedó grabada en su momento, y, al parecer, es muy propia en los militares, porque el personaje de Jack Nicholson, en realidad, lo que quiere decir es eso: quiere preservar la democracia, a cualquier precio y empleando los métodos que sean necesarios. La cuestión, que es lo que yo quería plantear con esta entrada (o una de las cuestiones), es, en definitiva, cuáles son los límites de los estados democráticos o de la propia democracia, si es legítimo o aceptable que emplee los mismos métodos salvajes que utilizan aquellos contra los que quiere combatir.
Amigo Alex, ¿es necesario que tú y yo dejemos pasar tanto tiempo entre uno y otro encuentro?

Anónimo dijo...

Primero: la disidencia también es patriótica.
Segundo: aquellos a los que encerramos en Guantánamo también están supuestamente defendiendo un régimen en el que ellos creen y para el que han encontrado formas de justificar. Los humanos no seríamos capaz de hacer según que cosas a menos que encontremos maneras de justificarlas, y es aquí donde la democracia debe instaurarse.
Quizás deberíais los dos pasearos alguna que otra vez por las butacas de cines que muestren algo más que Hollywood...

Manoli (con ganas de pegaros una democrática patada en el culo a los dos).

Arcadio dijo...

Querida sister, no sé a qué viene tu descargo furibundo contra mí y tus amenazas explicitas contra mi escurridizo culo blanco. Yo no he tomado partido con el texto, no me expreso en ningún momento a favor de Guantánamo, tampoco encontra. Sólo he querido decir que esa prisión o campo de concentración es un símbolo de las limitaciones o contradiciones de la democracia, como los campos de exterminio nazi, o en su defecto el propio nazismo, lo eran de la sinrazón humana y su capacidad ilimitada para producir dolor.

Anónimo dijo...

Guantánamo no es un símbolo de las limitaciones o contradicciones de la democracia (que no es perfecta, pero es lo mejor que conocemos), sino de lo fácil que es saltársela si se produce la suficiente paranoia o miedo entre el personal. Los fundamentalistas arabes han matado menos gente que los conductores españoles en un año, pero yo no veo ningún Guantánamo para todos los capullos que se sientan al volante en este país cada día. Y de verdad, de vez en cuando ir a ver películas que no se hagan en Hollywood. Tienen menos presupuesto, menos efectos especiales, pero mucho que enseñar y mostrar.

Anónimo dijo...

Ya lo dijo Aristóteles, creo, que la democracia no era perfecta, ya que había otros sistema de gobierno que con un correcto funcionamiento eran mejores (véase la oligarquía o la dictadura). Lo que sucede es que estos sistemas cuando se hace un mal uso son nefastos -la historia ya nos lo ha mostrado-, y sin embargo la democracia a las malas no es la peor (es la menos mala). También debo añadr que Aristótels no tuvo el "placer" de coincidir con Franco, Hitler o Mussolini sino tal vez hubiera afirmado que la dictadura nunca es deseable.

Pilar (que además de bolsos y tendencias, en sus ratos libres estudió Ciencias Políticas)