jueves, noviembre 30, 2006

Crónicas de Nueva York.Tercer dia

En la entrada de ayer se me olvido mencionar que visitamos Central Estation, imperdonable descuido habida cuenta la espectacularidad del edificio, escenario de innumerables películas, alguna de las cuales pertenece ya a la historia del cine, como la secuencia de Los intocables de Elliot Ness. Desde lo alto de su vestíbulo asiste uno al incesante deambular de gente de procedencia dispar que, ordenadamente pero sin pausa, camina con urgencia en todas direcciones, para dirigirse a las diferentes arterias numeradas que ordenan esta inmensa ciudad. En Nueva York cae la noche a las 16, 30h, un fenómeno por completo infrecuente para quienes procedemos de tierras mediterráneas. Tan prematuro anochecer nos obliga a madrugar a fin de aprovechar las pocas horas de luz. Hoy, hemos emprendido camino hacia el barrio de Chelsea (camino en sentido estricto, desde que hemos llegado no hemos utilizado metro ni ningún otro medio de transporte público).
Esta ciudad merece ser observada a pie, desde las aceras donde se erigen sus inacabables rascacielos. Hoy hemos visitado algunas galerías de arte alternativo, o contemporáneo, no sin cierta suspicacia (por lo menos en lo que a mí respecta), pues soy del parecer que ese tipo de expresiones artísticas es, las más de las veces, cobijo de quienes carecen de talento para destacar en el arte verdadero, en mi opinión aquél que esta al alcance de unos pocos privilegiados. Mientras hacíamos tiempo a que abrieran las mencionadas galerías, hemos tomado algo en un Dinner, uno de esos bares que semejan un autobús al que le han arrancado el morro y lo han desprovisto de ruedas. Pilar y yo nos hemos mirado con asombro cuando la actriz Lorraine Bracco ha entrado y ocupado una mesa próxima a la nuestra. Para quien no la recuerde, o sin más desconozca quién es, se trata de la actriz que interpreta el personaje de psicóloga en la serie Los Soprano, o el papel de esposa de Ray Liotta en la fabulosa —y a ratos salvaje e inquietante— película de Martin Scorsese, Uno de los nuestros. Finalmente hemos visitado el Chelsea Market, situado en el interior de un edificio renegrido y de aspecto desvencijado, dentro del cual hay numerosas y encantadoras tiendas especializadas en todo tipo de productos y comidas, no tanto exóticas como genuinas, procedentes de Italia o Japón. Hemos comido en una de ellas y antes de salir del Chelsea Market Pilar no ha podido reprimirse y ha comprado una enorme magdalena que por su aspecto parecía elaborada con una mezcla de Poskito, Tigreton y Pantera rosa. La ha engullido con los ojos en blanco, desorbitados a cada dentellada que daba, con fruición no exenta de cierta mala conciencia, a juzgar por el comentario que me ha farfullado con los carrillos llenos y la comisura de los labios manchados de chocolate: Esta noche cenaré fruta, ha dicho sin demasiada convicción. El resto de la tarde lo hemos dedicado a merodear por el Village, un barrio de casas bajas lleno de tiendas que Pilar —faltaría más— no ha dejado de visitar una por una. Esta noche asistiremos al popular encendido del abeto del Rockefeller Center, todo un espectáculo de luz y bullicio que cada año es retrasmitido por las televisiones del mundo entero, y que los neoyorkinos esperan con impaciencia, pues da inicio a la campaña navideña.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece que paso de fruta, opto por cualquier porcion de pizza grasienta que encontremos camino a nuestra casa de New York.

Pilar

Anónimo dijo...

Hay, el Chelsea Market!!! Uno de mis lugares favoritos en Manhattan. Creo que lo visité casi cada día. Compré en todas las tiendas, probé varias de ese maravilloso surtido de sopas que ofrece, incluso compramos marisco para cocinar una paella a nuestros huéspedes, y bolets y botifarra para hacer un arroz de invierno!
Pilar, olvídate de la fruta por unos días y disfruta de la variedad de comida que ofrece la ciudad. Además con tanta caminata (lo sé por experiencia) necesitais toda la energía que una megamuffin to pueda proporcionar.
Arcadio, tráeme una revista del New Yorker, por favor...

Besos,

Manoli

Anónimo dijo...

Desayunando esta mañana he visto el encendido del popular abeto Neoyorkino (por nuestra caja tonta), y he pensado en vosotros.
Me decía: conociendo a Pilar seguro que están por allí esperando el momento.
Debe ser espectacular poder verlo, sabiendo como son los americanos de exagerados con todo.

Un beso fuerte y hasta mañana.

Sandra

Anónimo dijo...

Estoy disfrutando de lo lindo con tu crónica por entregas. Yo la veo recopilada, negro sobre blanco con una Helvetica de 11 pt., en papel estucado, encuadernación rústica con solapa y tu foto dentro, of course y colocada en las estanterías de las librerías más prestigiosas a lo largo y ancho de este país nuestro que cada día da más pena (menos mal que tenemos el jamón serrano); una portada perfecta sería una foto de Central Station de la que nos hablas. Estoy hablando en serio, no es cachondeo.Un beso y que sigais disfrutando.

Berlin

Arcadio, te he dejado un mensaje en tu correo gmail, si no lo puedes leer, avísame porque te lo dejaré en el blog, es importante.

Arcadio dijo...

Gemma, te escribo desee un megastore de Apple, cientos de ordanadores conectados a Internet a disposicion del cliente. Esto es una pasada, el sueno para cualquier macadicto