jueves, noviembre 30, 2006

Anexo a dias 1, 2 y 3

A causa de las prisas y la desmemoria he incurrido en olvidos imperdonables que pretendo reparar con este anexo. Cabe destacar la amabilidad abrumadora de los neoyorkinos. Basta que te vean con el mapa en las manos para que se aproximen a ofrecerte ayuda, por supuesto desinteresada y con predisposición a demorarse contigo el tiempo que sea necesario para sacarte del apuro. Se extienden en prolijas explicaciones, en ocasiones gratuitas, como si te obsequiaran con detalles que saben no recoge ninguna guía turística. Se detecta en ellos el amor incondicional y sin mesura que les inspira su ciudad. Sospecho que pertenecer a Nueva York, sentirse parte de ella, implica una especie de deuda u obligación moral que compensan mostrándose serviciales y educados en extremo a fin de facilitar la estancia a quien tiene la fortuna de visitarla.
En el American Museu of Natural History asistimos a un espectaculo fascinante: El Planetarium. En el interior de una grandiosa esfera con aspecto exterior de pelota de golf, sentados en penumbra en unas butacas ligeramente inclinadas que vibraban al ritmo de la narración, contemplamos boquiabiertos el espectáculo visual impactante y a ratos abrumador de la formación del Universo y las galaxias. Mientras tenía lugar la proyección no pude evitar pensar en cómo era posible que aún hoy alguien pudiera poner en tela de juicio la ciencia, y afirmarse en dogmas insensatos que no poseen más fundamento que conjeturas confundidas deliberadamente con verdades, muchas veces lanzadas al oído en la niñez, cuando carecemos de edad para identificar lo incierto de lo probable.
Times Square, de la que tan sólo hice una breve mención en la entrada anterior, es el inmenso plató de una película de ciencia-ficción siempre pendiente de realizar. Sin duda muchos de los mejores films del género futuristas han inspirado sus decorados en ella. Es espectacular y populosa de una muchedumbre mestiza que contempla boquiabierta los destellos de luz.
Por último, respecto al compromiso adquirido unilateralmente (jamás yo la predispuse a ello) por Pilar de comer fruta o ensalada o cualquier otro alimento susceptible de no aportar al organismo los lípidos ingentes que hasta ahora estamos ingiriendo sin rubor, es de justos aclarar que lo cumplió en parte: en la hamburguesa del tamaño de Kansas que se zampó en medio de un pan que semejaba una panettone partido por la mitad, pude percibir, doy fe, un trozo mustio de lechuga.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Me alegro que lo esteis pasando tambien y gracias por compartir esas vivencias con nosotros (es todo un lujo)
Arcadio aprovecha y come de todo porque ya sabes que a la vuelta estaras al menos un mes comiendo lechuga
Petonets.

Arcadio dijo...

Ruben, mi unico dios es Apple.

Anónimo dijo...

Estpy de acuerdo con lo de la amabilidad del neoyorkino. A nosostros nos pasó lo mismo, a pesar de que tienen fama de maleducados. Quizás reservan todo su malhumor para los que viven en NY...

Pilar, que se muera la lechuga!

Manoli

Anónimo dijo...

jajajaja, ella te dijo que iba a comer lechuga pero no puede adivinar como la adornan en NY. sigue con estas entradas me lo paso genial.
un beso

PD. mi dios es ikea

Anónimo dijo...

Voto por el dios Apple o Ikea!!!!

Un beso muy fuerte y que lo paseis genial!!!

Anónimo dijo...

Por cierto, la del comentario anterior soy yo:

Sandra Pérez García

Anónimo dijo...

Mi dios es Batman

Berlin