domingo, abril 15, 2007

Pilar duerme



Las primeras semanas de embarazo se podrían resumir con la siguiente onomatopeya: ZZZZZZZ. En efecto, Pilar se pasa en día en un estado de somnolencia permanente. Pero no creáis que se trata de un sueño ligero, una duermevela sutil susceptible de concluir al menor ruido. No, de eso nada. Pilar duerme y duerme como un camionero que llevara tres días seguidos al volante. Duerme como si le hubiera pedido un anticipo a la Muerte y la estuviera amortizando a plazos. En realidad no duerme, hiberna como una osita entrañable y haragana que empalmara un invierno tras otro sin temor a que le explotara la vejiga. Cuando los domingos recogemos los platos de la mesa y ella se despereza estirando los brazos en cruz mientras susurra que va a echar una cabezadita en el sofá, yo me preparo para cuatro o cinco horas de soledad. Las primeras semanas me resultaba divertido y ciertamente fructíferas para alguien a quien le apasiona el cine. Veía una media de dos películas y el episodio de alguna serie de televisión. Sin embargo, cuando ya había visto prácticamente todas las que emiten los cuatrocientos canales que tenemos contratados, empecé a sentirme realmente solo y para no morir de aburrimiento (sin duda el peor mal que puede padecer nadie) resolví que mientras Pilar estuviera bajo los efectos de esa somnolencia brutal iniciaría el estudio de actividades que siempre he deseado emprender. La primera de ellas fue tocar la guitarra, a cuyo aprendizaje he dedicado desde entonces la primera hora del sueño de mi embarazada durmiente. Me compré a buen precio una guitarra eléctrica que mola mazo, con dos altavoces de un millón o dos de voltios (o watios, qué sé yo) del tamaño de una nevera, y ahí estoy, emitiendo unos solos de guitarra que despertaría a un muerto, no así a mi querida esposa, que ni siente ni padece. La segunda hora la dediqué al bricolaje. Adquirí en el AKI todas las herramientas que tienen en catálogo (la mayoría de ellas no se cómo se utilizan ni para qué sirven, pero en casa las guardo, ya le encontraré una utilidad) y me empeñé en realizar alguna pequeña chapuza en el piso. Al final la cosa se ha salido de madre: empecé con idea de colgar los trescientos diecinueve cuadros al óleo y los cincuenta en acuarela que he pintado durante la tercera hora del sueño de mi Pili, pero al agujerear la pared para clavar la alcayata se me vino encima un trozo enorme de pared y descubrí un túnel de unos cinco metros de profundidad. Como a la cuarta hora todavía no le había encontrado ocupación, con una cuchara de café me puse a escarbar, para matar el aburrimiento, en la pared de ese socavón sorprendente y, chino chano, como quien no quiere la cosa, cuando me quise dar cuenta lo había conectado con la linea Roja del metro de Barcelona, a la altura del Clot. Menuda sorpresa la mía cuando, rascando rascando, se desmoronó la pared y aparecí en el andén del Clot dirección Fondo, delante de los dos agentes de seguridad que a duras penas podían contener a un enorme pastor alemán con bozal que no pretendía otra cosa que despedazarme. El Ayuntamiento de Barcelona, lejos de contrariarse, ha aprovechado mi paciente y meticuloso trabajo para instalar la línea de metro Barcelona/Mataró (La línea Pili la llamaran en honor a mi mujercita) y, a petición mía y como recompensa a los servicios prestados, hemos convenido en que una de las paradas, siguiendo el trazo del túnel, conduzca directamente al comedor de mi piso, de tal forma que, aprovechando la última media hora del sueño de Pilar, que antes dedicaba a ver un episodio de televisión, lo empleo ahora en mostrar mis pinturas a los usuarios del metro que se apean en Pili. Algunos, dicho sea de paso, viendo a mi señora esposa profundamente dormida en el sofá, le arrojan algún euro pensando que se trata de una pobre menesterosa. Con el dinero que he juntado gracias a la filantropía espontánea que muestran esos generosos usuarios, he adquirido una batería de segunda mano que te cagas laperra y he formado un grupo junto con un amigo, cuya mujer también está en estado de buena esperanza, y ambos, yo con mi guitarra mola mazo y él con la batería que te cagas laperra, nos hemos instalamos en el andén de la línea Pilar y ofrecemos conciertos acústicos para todos aquellos que deseen escucharnos. De más está señalar que, de todo esto, Pilar no sabe nada.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja... Bienvenido al universo de la maternidad, yo creo que lo que usted tiene es envidia por que en lo que lleva de vida, ni sumandole los nueve meses que estuvo gestando em el vientre de mama, has conseguido nunca dormir tan placidamete. (este es el gran mal de nuestra familia dicho sea.)

Anónimo dijo...

¿Pero el mal de la familia no era el de las piernas finitas?

Anónimo dijo...

alex, es que esta familia tiene muchos males. Otro es el mentir compulsivamente y hacer un arte de ello, porque nadie que conozca a Arcadio va a creerse que ha hecho otra cosa que ver películas y leer libros mientras Pilar cede su cuerpo a la vida. Vamos, con Bricolages me va a venir ahora...

Manoli

Anónimo dijo...

Pues me temo que no te queda otra que hacerte rico, Arcadio. Porque el embarazo de la mujer es el tramo más solitario de la vida del hombre y, como cada actividad que planeas acaba en un negocio fructífero (ya habrás ganado unas pelas con tus directos en Pili, seguro), serás multimillonario antes de acallar las dentelladas de esa soledad que te perseguirá, al menos, durante nueve meses.
Me enacanta la metáfora del sueño como anticipo amortizado de la muerte.
Saludos

Anónimo dijo...

Ojalá todos los hombres le sacaran tanto partido al embarazo de su mujer. Paso de perder más el tiempo: esta misma tarde me doy un rulo por el andén de esa magnífica estación a disfrutar de tan súbito despliegue de cultura. Te felicito.

Berlin