sábado, mayo 20, 2006

Desmemoria


En esa máquina de perfección minuciosa que es el cuerpo humano, en ese artefacto de precisión en el que cada pieza o engranaje cumple una función específica en el milagro aparatoso de la vida, yo hecho de menos un remedio que nos proteja o rescate de la desmemoria. Pero no en lo que respecta a los asuntos cotidianos y un tanto banales, susceptibles de echarse al olvido en el decurso de la urgencia vertiginosa a la que irremediablemente nos aboca el día a día, sino en relación a todos aquellos sucesos excepcionales que lograron alguna vez acallar, ocultar, desplazar, mitigar o incluso erradicar, en personas de procedencia distinta y modo de pensar radicalmente opuesto y en apariencia irreconciliable, todo cuanto nos separaba y era motivo de discrepancia seria, para unirnos en un objetivo común, acaso la voluntad y el convencimiento unánime de que no puede sostenerse argumento alguno ni defender planteamientos, de la índole que sean, que justifiquen la violencia contra nadie. Deberíamos contar en el cerebro con una suerte de diminuto artilugio que nos produjera indoloras pero oportunas descargas eléctricas cada vez que olvidáramos que hubo un tiempo que en todos, por ejemplo, íbamos en aquellos trenes o fuimos Miguel Ángel Blanco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Ah! ok.