Cerré de un portazo la puerta y me recluí en mi habitación. La odio, me dije. Es mi hermana, sí, ¿y qué?, ¡joder!, ¿y qué que lo sea?; la odio y punto. Estoy cansado de ella. No puedo soportarla. Cada vez que discutimos surge el mismo interrogante. Y sin embargo cada disputa con ella confirma mi teoría: el vínculo afectivo que une a los seres humanos está equivocado. Los ya establecidos, se entiende. Los que se derivan de la sangre. Es ley natural, dicen los de siempre. Pues la naturaleza yerra. Me pregunto por qué el afecto que siento por un familiar ha de ser, obligatoriamente, superior en calidad y cantidad al que me inspira un amigo. Me parece absurda esa de ley preestablecida que prostituye los sentimientos y les priva del libre albedrío. Por poco que quieras un pariente, ha de ser más que a un amigo. Se trata de tu sangre, hombre. Ya está, te meten esa idea en la cabeza, y luego te sueltan al mundo, y a joderse toca. Porque un buen día llega un amigo y, hostias, descubres, escandalizado —porque encima te escandalizas— que sientes más amor por él que por todo tu árbol genealógico. Y entonces, ¡uy, entonces! Se lía, vaya si se lía. Se lía la de Dios. Para empezar está el sentimiento de culpabilidad, el remordimiento que sientes por tu presunto desarraigo familiar, por tu escasa vinculación a los lazos de la sangre. Se suceden los interrogante y, en consecuencia, te preguntas: ¿seré normal?, ¿seré un monstruo?, ¿un apátrida carnal?
Pongamos por caso que uno contempla a su hermana junto a su mejor amigo, sentados ambos frente a ti, en el sofá por ejemplo, y en ese momento reconoce que puede llegar a quererlos a los dos con idéntica intensidad. Pero claro, los de siempre aseguran entonces que a un amigo, a lo sumo, se le aprecia, pero querer lo que se dice querer es un sentimiento que, dicen, se reduce exclusivamente a los de tu sangre. Yo me armo de valor y les digo, les aseguro, que no sólo quiero a mi amigo sino que, en ocasiones, según ande de humor, siento deseos de besarlo como a cualquier otro familiar. Entonces se lía la Dios y muy señor mío, porque según la disparatada teoría de los de siempre, si me persigue la tentación de besar a un tío es porque poseo tendencias manifiestamente gays que bien haría en evitar o disimular si no quiero que el resto de machotes que deambulan sueltos por ahí me tilden abiertamente de maricón. Al escuchar semejante disparate echo la vista al cielo y me da por pensar cuántos tipos habrá por ahí reprimiendo sus sentimientos u opiniones, de la índole que sean, por temor a desentonar y alejarse de lo preestablecido. Después de cavilar largo rato, me viene a la cabeza la escena típica en la que el hombre no expresa abiertamente sus emociones. Veamos: casualmente se encuentra uno en la calle con un matrimonio amigo. Se abalanza sobre ella y le da en la mejilla los dos besos de rigor, a continuación se dirige a él y, ¡eeh! Cuidado que es un tío. En lugar de besarlo le extiende la mano y se la estrecha con solemnidad, o si la confianza lo permite, le rodea el cuello con el brazo y con los nudillos de la otra mano le fricciona el cuero cabelludo mientras le grita, con júbilo infantil, esa frase hecha con la que los hombres disfrazamos de rudeza el afecto que sentimos por otro tío: ¡Joder, tío, pero que hijoputa eres!, adoptando ese tono que linda entre lo jocoso y lo sincero, pero procurando dejar claro que es un gesto espontáneo sin la mayor trascendencia. Es sólo un amigo. Nada más. Y un amigo que se precie no pierde el tiempo en mariconadas del tipo: te quiero, te aprecio o qué gran admiración siento por ti, porque para los de siempre, la esencia de la amistad masculina radica en suponer esas palabras sin necesidad de pronunciarlas.
Abandoné finalmente de mi habitación, de espaldas a mí, en el salón, vi la cabeza de mi hermana asomando por encima del sofá. Me acerqué en silencio y le propiné una colleja, afectuosa, simpática. Como se la daría a un amigo.
Pongamos por caso que uno contempla a su hermana junto a su mejor amigo, sentados ambos frente a ti, en el sofá por ejemplo, y en ese momento reconoce que puede llegar a quererlos a los dos con idéntica intensidad. Pero claro, los de siempre aseguran entonces que a un amigo, a lo sumo, se le aprecia, pero querer lo que se dice querer es un sentimiento que, dicen, se reduce exclusivamente a los de tu sangre. Yo me armo de valor y les digo, les aseguro, que no sólo quiero a mi amigo sino que, en ocasiones, según ande de humor, siento deseos de besarlo como a cualquier otro familiar. Entonces se lía la Dios y muy señor mío, porque según la disparatada teoría de los de siempre, si me persigue la tentación de besar a un tío es porque poseo tendencias manifiestamente gays que bien haría en evitar o disimular si no quiero que el resto de machotes que deambulan sueltos por ahí me tilden abiertamente de maricón. Al escuchar semejante disparate echo la vista al cielo y me da por pensar cuántos tipos habrá por ahí reprimiendo sus sentimientos u opiniones, de la índole que sean, por temor a desentonar y alejarse de lo preestablecido. Después de cavilar largo rato, me viene a la cabeza la escena típica en la que el hombre no expresa abiertamente sus emociones. Veamos: casualmente se encuentra uno en la calle con un matrimonio amigo. Se abalanza sobre ella y le da en la mejilla los dos besos de rigor, a continuación se dirige a él y, ¡eeh! Cuidado que es un tío. En lugar de besarlo le extiende la mano y se la estrecha con solemnidad, o si la confianza lo permite, le rodea el cuello con el brazo y con los nudillos de la otra mano le fricciona el cuero cabelludo mientras le grita, con júbilo infantil, esa frase hecha con la que los hombres disfrazamos de rudeza el afecto que sentimos por otro tío: ¡Joder, tío, pero que hijoputa eres!, adoptando ese tono que linda entre lo jocoso y lo sincero, pero procurando dejar claro que es un gesto espontáneo sin la mayor trascendencia. Es sólo un amigo. Nada más. Y un amigo que se precie no pierde el tiempo en mariconadas del tipo: te quiero, te aprecio o qué gran admiración siento por ti, porque para los de siempre, la esencia de la amistad masculina radica en suponer esas palabras sin necesidad de pronunciarlas.
Abandoné finalmente de mi habitación, de espaldas a mí, en el salón, vi la cabeza de mi hermana asomando por encima del sofá. Me acerqué en silencio y le propiné una colleja, afectuosa, simpática. Como se la daría a un amigo.
16 comentarios:
Es un tema al que recurres bastante... Incluso diría que abusas de él. La amistad no da para tanto...
Don Vito es uno de los que más se preocuparon por este tema, "La familia...". Mi memoria no alcanza a recordar, con un margen de confianza del 100%, si existía, en el clan Corleone algún miembro que no fuese de su sangre, aunque pensándolo mejor, los maridos de las hijas y algún amigo de la familia era tratado de igual a igual.
Este tema, tan resobado ya, depende del ámbito cultural al que estamos sujetos. Puestos a hablar de temas tan subjetivos como éste, ¿Por que no escribes algo sobre la poligamia? También es un tema cultural, al igual que querer más a un amigo que a un familiar, no está ni bien ni mal.
Por cierto, ¿Tú crees que alguien te podría querer más a ti que a un familiar? ¡El mundo debe estar loco!
Personalmente considero que la amistad da para mucho más de lo que algunos puedan creer,o almenos en mi caso...De todos modos, leyendo lo presente, soy capaz de entender que semejante individuo desconozca el valor de la amistad, ya que pa'que algo valga...no hace falta que acabe la frase.
Por cierto, ¿Tú crees que tus familiares, si conocieran a Arcadio,no lo iban a querer tánto o más que a tí? Si tu respuesta es NO...realmente ¡El mundo está loco!
PD:Por cierto otra vez...no te habrás fijado nunca en si tus amigos han tenido el impulso de abrazarte?
Alex, mi estimado, provocador, heterodoxo y nunca suficientemente visitado amigo, formularé tu última pregunta de manera distinta. ¿Existe algún familiar al que yo quiera menos que a un amigo? Categóricamente sí. De hecho, algunos destacados familiares míos no me suscitan sino desprecio y absoluta indiferencia.
En cuanto a lo manido del tema, es cierto, es una constante en mis escritos, quizá la sobrestimo (la amistad) en exceso, (David Trueba comenzaba un libro con una frase que dice así: "La amistad está sobrevalorada, como las pollas grandes y los estudios universitarios", lista a la que me permito añadir los ingenieros industriales) no digo que no, pero me resulta tan inevitalbe no frecuentar de tanto en tanto el tema y además hacer ostentosa demostración de lo mucho que me importa, como cuando intento besarte a ti cada vez que te veo, mi escurridizo amigo. En cualquier caso, dime un tema que se haya tratado millones de veces y serás objeto de mi más rendida admiración (más si cabe). Al fin y al cabo la variedad de temas a los que responde el ser humano es realmente escaso. El amor,por ejemplo, en sus múltiples manifestaciones, es el más recurrido tema que imaginarse cabe. ¿Y por esa razón se va a dejar de hablar de él? No, lo importante es tratar los mismo asuntos de manera que nunca se hayan tratado.
En cuanto a la poligamia, podría ser expeditivo y decirte sin más que en mi blog escribo de lo que me sale de...(piiiiiiiiiiiiii)...ones. Pero quizá se precise una explicación. Me da por pensar que tal vez no escriba de la poligamia porque me queda muy lejos, porque jamás pienso en ella, porque es una actividad que se me antoja por completo desaconsejable. No lo sé. Me absorbe mucha energía una sola mujer como para que pueda pensar en dos (o en tres, según el grado de insesatez del polígamo) Además, tu que conoces mi pareja, coincidirás conmigo que semejante hermosura merece toda mi antención, como también creo lo merece la tuya, lo cual me lleva a pensar qué se esconde tras ese interés tuyo tan repentino por la poligamia. ¿No serás acaso uno de esos aspirantes a viejo verde que con disparatadas escusas mira a todos lados, cuando pasea compañía de su pareja, para detectar las tetas y culos que deambulan en torno a ti? ¿Alguna vez le has planteado la cuestión a ella? ¿Quizá, calculador como eres, tu interés en la poligamia se reduce a que una hipoteca pagada por tres es obiamente mejor que por dos? ¿Qué te ronda por tu frívola cabeza?
¡Arcadio!
¿Quién es la lumbrera incondicional que te defiende? ¿Supongo que sera familiar de Manoli? y a su vez, ellas, familiares tuyos, ¿Me equivoco? ¿Como puedes ser tan injusto? ¿Tu crees, que un amigo te iba a defender sabiendo de antemano que no tienes razón, como ellas lo hacen? Por un lado te tengo que reconocer que seguramente tienes amigos a los que aprecias más que a tus familiares... Que le vamos a hacer, Dios nos ha dado a cada uno los hermanos que nos merecemos y con ello tenemos que vivir... Tranquilo, me hago cargo de ello y nunca te lo tendré en cuenta, se que tiene que ser difícil compaginar tus inquietudes dentro de una familia como la tuya.
En cuanto a la poligamia, simplemente creía que era un tema que se ajustaba mucho más a la forma en que tratan, tus seguidores, los temas de tu blog. Además, es una tema mucho más actual. Fíjate que los "happy end", "el amor", "la amistad", "el compañerismo" son sólo lemas, ahora lo que vende es la realidad, lo que hace mover al mundo es: "Aquí hay tomate", "Dolce vita", "¿Donde estas corazón?" etc... El principio mecánico que gobierna estos programas es el mismo que rige tu blog, entre los fieles se protegen y se dan jabón unos a otros, y entre todos machacan al invitado excepcional. No necesito que me digas que me ves muy ducho en estos temas y en este tipo de programa, soy consciente que soy un buen observador, prefiero ser un espectador inteligente antes que un mal creador.
Solo una cosa más, nunca pensé que tendrías que utilizar recursos testiculares para expresarte.
Un abrazo y un beso.
Arcadio, ¿Te he dicho alguna vez que te quiero?
Amigo Alex, existen cosas que no hace falta decirlas, se intuyen, se perciben, se sospechan o (por qué no) se temen. Tu amor por mí es una de ellas. El mío por ti también. Hagamos ambos, aquí y ahora, una promesa pública: si alguna vez el sexo femenino no satisface nuestras necesidades porque consideramos que la vida no gira en torno al mes de rebajas, y decidimos sustituirlo por el masculino, procuremosnos placer mutuo, corramos cogidos de la mano por las playas de Sitges.
Ahora sí, te adelanto que mis hermanas, a juzgar por lo bien que les caes, no veran con buenos ojos nuestra relación. Pero eso que importa si no queremos.
Esto se anima, que bien, al menos me quedo más tranquila sabiendo que si algún día Arcadio me pone los cuernos será con Alex(más vale malo conocido). Gracias a los dos.
Ahora ya no se porque debo preocuparme más si por esto o por el calentamiento global.
Pilar
me parece mentira todas las tonterias que estoy leyendo.
En esta vido, todos tenemos amigos, amiguetes y amigotes. Si una persona como tu estubiera en mi entorno, lo consideraría un amiguillo, como ves no llegarias a ninguna de las tres primeras calificaciones. Porque tu no conoces la palabra (AMISTAD).
De todas maneras si eres capaz de meterte con una persona como Arcadio,buen amigo, buen hermano, buena pareja y sobre toda buena persona, no te mereces su amistad.
Pero como veras hasta tu lo quieres
No es mas perjudicial para el desarrollo de la humanidad un ser como este que el calentamiento global?
Declaro que no me une ningún lazo de consanguinidad con Arcadio, somos amigos, y desde aquí me sumo a las voces de su familia para defender la amistad como valor fundamental. Dicen que el roce hace el cariño, y es verdad que no sólo nos "rozamos" con nuestros herman@s y nuestros padres, por más que los amemos, seríamos tan pobres sin nuestros amigos...Espero de mi hermano y hermana que confíen en mí en lo bueno y en lo malo, y sin embargo, sé que no lo hacen siempre; que en ocasiones abren su corazón a sus amig@s, del mismo modo que muchos amigos míos acuden a mí en lugar de a sus hermanas. De hecho, tengo un amigo que me recuerda constantemente (y no sólo con palabras) que su verdadera hermana soy yo y no las dos mujeres con las que no comparte más que los apellidos. Como dice Arcadio, si alguna vez he visto sentados en el sofá del salón de mi madre a David, Esther y Juan no sabría decirte a cual de los tres quiero más, y que conste, que la relación que tengo con mis hermanos es extraordinaria.
Cambiando de tema, comparar este magnífico y exquisito blog con "El puto tomate" es imperdonable.
Firmo esta declaración en Mataró, a 22 de enero de 2007.
Berlin
aupa berlin!!
que siga aupando Berlin
Vosotros quereos todos mucho ahora que podeis, hermanos, primos, cuñados, amigos, que cuando los polos se hayan derretido no habrá ser humano al que querer. Disfrutad de la vida.
Be water.
Pilar
Alex eres un incomprendido en la vida real y en la cibérnetica. Yo solo os pido que si vuestro amor es verdadero lo materialiceis cuanto antes, y preguntale a Sophie si se quiere hacer lesbi así podremos pagaros con la misma moneda.
Este mensaje es muy de "aquí hay tomate" pero que vamos a hacer es lo que pide la audiencia.
Pilar
Pilar cuantas personalidades habitan en tí? carrie, Agustina y ahora Mario picazo me tieneyos descolocá
es lo que tiene no poseer una personalidad clara y definida, tengo muchas versiones, la frivola, la provinciana, la catastrofista, la fashion, la sentimental, ya te digo.
Pero bueno!!!!!! Cómo se ha montao este lío y yo sin enterarme????? Menos mal que Pilar me ha avisado y me puedo poner al día.
Díficil tema este. Y creo estar de acuerdo con Alex en algunas cosas. Creo que esto del amor es tan subjetivo, y condicionado por el entorno cultural, tan mezclado de tantas otras cosas que no son amor( el miedo), que necesitamos todo un blog para discutirlo. Pero bueno, como yo he tenido la dicha que pasar diez años en otra cultura, la inglesa, una cultura con lazos familiares opuestos a los nuestros, puedo decir un par de cosas. Diez años lejos de tu familia hacen que tus amigos (los de Londres) se conviertan en tu familia, y se crean lazos increibles, y casi siempre menos viciados que los de la familia. Sin embargo, aquí estoy yo de vuelta, en Barcelona, por la única razón de estar cerca de mi familia. Y es que los hermanos tienen algo que no tiene nadie más, ni siquiera tu pareja: tu niñez.
Sí que pueden haber hermanos a los que se odie, pero casi siempre es porque ayudaron a provocar el fin de tu niñez, de tu inocencia.
En cuanto a la poligamia, leía yo hace poco una entrevista muy interesante con un científico que estudia el tema (no recuerdo el nombre, pero la guardé por aquí en casa). Decía este buen hombre que la poligamia en sí no existe. En aquellas culturas en las que el hombre debe tener más de una mujer, es siempre por status, y de todas las mujeres que una hombre tiene, una es la que el ama, su mujer. No puede compartir esa intensidad ni esa relación con todas. Cuando fui a Africa hace tres años para la investigación del libro, hablé con hombres jóvenes de varias tribus diversas. Realmente la poligamia era algo que debían practicar para tener cierto status, pero los poco con los que hablé tenían sus ojos siempre puestos en una. Tiene sentido, quererse a uno mismo es el trabajo de una vida. Tener pareja y caminar juntos toda una vida es una tarea casi siempre imposible. Así que la poligamia tiene que ser un coñazo (literalmente).
Manoli
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