La Ley de la Memoria Histórica que el gobierno socialista pretende sacar adelante es, en mi opinión, irreprochable desde el punto de vista moral: la búsqueda y posterior exhumación de quienes fueros fusilados y enterrados a hurtadillas, o abandonados en cualquier páramo es, en principio, un acto de justicia y, en cierta manera, una deuda pendiente no sólo con los fallecidos, sino asimismo con los familiares que padecieron su pérdida y han aguardado durante años el hallazgo de sus restos para devolverles mediante un entierro digno la integridad arrebatada.
También me parece una medida cabal deslegitimar los juicios mediante los cuales se les llevó a los improvisados cadalsos, o se les encarceló largos años, o sufrieron todo tipo de asedio y represalia durante el tiempo excesivo en que se prolongó la dictadura. Y digo que se me antoja una medida cabal porque fueron juicios y sentencias falladas por tribunales ilegales, en tanto jurados instaurados por un gobierno ilegítimo que alcanzó el poder por la fuerza, sin contar en ningún momento con el beneplácito y el respaldo que procuran las urnas en toda democracia, que, bueno es recordar para la voluntaria desmemoria de la que adolecen algunos, era el sistema político vigente en el momento de la sublevación militar. Si la ley es, pues, irreprochable en ese sentido, cabe preguntarse cuáles son los motivos que sostiene el partido de la oposición, el PP, para oponerse a ella sistemáticamente, habida cuenta que la ley no desestima dignificar a las victimas caídas en el bando golpista. No sirve –no puede servir– el argumento de que esta ley rescribe la historia y abre heridas innecesarias que el paso del tiempo había cicatrizado, ya que el PP también se mostró en contra de la retirada de símbolos franquistas, y nada hiere y aviva más el recuerdo que la presencia en las ciudades de todo el país de dichos símbolos, a los que en ocasiones se les rinde un tributo obsceno, como en el caso del Valle de los Caídos. La historia, es cierto, no puede ser una arma arrojadiza con la que desestabilizar u obstaculizar el presente, pero tampoco, como pretenden algunos, un montón de basura que se arroja bajo la alfombra. Aunque es una obviedad señalarlo, si algún beneficio impagable proporciona la historia es su existencia como modelo: en ocasiones a seguir, otras a rechazar. Pero difícilmente nada puede ser imitado o descartado si antes no se conoce, si se oculta, si no se recuerda.
2 comentarios:
No puede existir otra postura que la de hacer oposición, solo y unicamente opsición sin razonamiente. Aseguraría casi a fé ciega que la malloría miembros del partido de la oposicíon no se ha parado ha pensar si esas heridas se cerraron alguna vez. En estos momentos y en este tema como en muchos otros, la opsición hace lo que hacen simpre, no pensar en el ciudadano si no en su carrera politica.
En inglés, el estado de negación al que es tan ducho el PP y gran parte de la humanidad, se le llama denial. La pronunciación de esta palabra, es denaial, que en inglés es la misma pronunciación que the nile, el rio Nilo. Por eso por allí cuando alguien se empeña en negar lo evidente se le dice denial no es un rio en Egipto. Pues eso, el PP no es más que un gran río en Egipto...
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