lunes, diciembre 18, 2006

Madrid, Agustina y una freake en RENFE (y III)

Me giré y la vi avanzando por el pasillo desde el fondo del vagón, charlando con los viajeros que encontraba a su paso, quizá recriminándoles su conducta incívica, tal y como haría con un joven sentado en los asientos contiguos a los nuestros, a quien exhortó, con una mirada severa y un imperceptible movimiento de cabeza, a que retirara los pies de encima de la butaca. Lidia estaba delante de mí, a su lado, junto a la ventana, Pilar, y frente a ella, pegado a mi brazo izquierdo, Raúl, sentados los cuatro en el interior del tren, parado con las puertas abiertas en la estación del aeropuerto, en espera a que dieran las once de la noche para que partiera en dirección a la de Sants, donde esperábamos coger a tiempo el último que se dirigiese a Mataró, si es que a hora tan tardía todavía circulaba alguno, pormenor que yo tenía la esperanza me resolviera esa empleada de RENFE, en realidad con más aspecto de suscitar dudas que de disiparlas.
Madrid quedaba atrás y los huevos estrellados de Lucio ya sólo eran el recuerdo de una digestión incómoda, fatigosa y obstinada, síntomas a los que sin duda había contribuido los espaguetis a la carbonara, el solomillo y la tarta de chocolate en que consistía el menú que habíamos engullido los cuatro en el único restaurante en que encontramos mesa libre, cuando ya estábamos a punto de desistir y entrar en el Burger King más cercano, horas después de vagar por la Plaza Mayor y alrededores, cansados de asomarnos, como famélicos pedigüeños, a locales atestados de gente hambrienta como nosotros, en uno de los cuales habíamos guardado turno más de una hora para, finalmente, acabar marchándonos, aburridos de las dilaciones continuas que nos anunciaba la camarera cada vez que se paseaba frente a nosotros con la bandeja llena de tapas.
Horas antes del hallazgo improbable de ese oportuno restaurante, persuadidos por el frío, habíamos bajado del autobús turístico a mitad del itinerario previsto con idea de tomar un café con leche en el popular Café Gijón, cenáculo frecuentado durante años por escritores ilustres que pasaban el tiempo discutiendo de lo humano y lo divino en improvisadas tertulias, y en el que, para nuestra sorpresa, coincidimos con algún conocido de Mataró. También en la T4, poco antes de coger el vuelo de regreso a Barcelona, nos cruzamos con dos rostros populares, presentadores de Caiga quien caiga, uno de ellos Arturo Valls, que aparece asimismo en Cámara Café en el papel de un comercial un tanto elemental, mujeriego y desvergonzado, por completo distinto a él a juzgar por el rubor que le subió al rostro cuando les pedimos a ambos que se dejaran fotografiar junto a Lidia, Pilar y Raúl.
Cuando la revisora –nunca sabré en rigor si ese era su cometido– estuvo a mi lado le pregunté si sabía a qué hora salía el último tren de Sants con destino Mataró. Al tenerla cerca pude constatar que era de una fealdad imperdonable. Quiero decir que hay personas poco agraciadas o manifiestamente feas, o repugnantes sin más a las que sin embargo no se les puede responsabilizar de su aspecto porque son resultado genético de una mezcla desaconsejable e insensata que jamás hubo de producirse. Y hay otras que se obstinan en atentar contra sí mismas infringiendo las leyes más elementales de la estética y el buen gusto. ¿A cuento de qué aquella mujer con aspecto de hombre travestido había de lucir el pelo corto teñido de rubio platino, tan mal cortado que parecía que sobre la cabeza le había caído del cielo un pulpo albino? Bajo la camisa característica de RENFE los pechos sin sujetador se mecían como ubres danzarinas, pormenor este del que Raúl y yo no nos habíamos percatado, circunstancia que asombró en extremo a nuestras respectivas esposas, ¿no os habéis dado cuenta?, exclamaron ambas al unísono, como si la avidez sexual del hombre no tuviera límite y no atendiéramos a escrúpulo alguno con tal de saciar nuestra lascivia, como si no supieran ellas que antes de retozar con mujer semejante nos prestaríamos a ser sodomizados por un rinoceronte africano, en el supuesto de que no procedan todos de esa región, detalle este que desconozco y además no viene a cuento. Lo importante es dilucidar por qué no respondió a mi pregunta (¿A qué hora sale de Sants el último con dirección Mataró?) con un lacónico sí o no, en lugar de explicarnos que estaba hasta los huevos de ir tren arriba y tren abajo y de sorprender a parejas de jovencitos prodigándose desmesuradas muestras de amor, que disculpaban con la excusa de que llevaban tres meses sin verse. Yo llevo cuatro meses sin follar y me jodo, nos dijo ella que les respondía en ese caso. Y a continuación nos confió que estaba muy cansada y bajo los efectos de un resfriado incipiente y que no podría descansar cuando concluyera su jornada porque en casa le esperaba mucho trabajo, y además debía ver a su nieta, que parecía un ratoncito bajo las sábanas de la cuna o cama donde dormía. Esta última confidencia nos suscitó a los cuatro las mismas dudas, a saber: qué tipo de hombre había tenido estómago para yacer en la misma cama que esa mujer y cuánto dinero habría gastado en psicólogos para olvidarlo, y si la hija, tal y como sospechábamos, se llamaría Fanny y sería una madre soltera de las que mastica chicle con la boca abierta y se maquilla como si fuera daltónica, y calzaba unos zapatos de plataforma similares a los que llevaba el monstruo de la familia Adams. Quien tenga frío que se joda, que yo lo paso cada día y me aguanto, exclamó cuando al parecer alguien se quejó de que las puertas del tren permanecieran aún abiertas. A todo esto Pilar, reprimiendo apenas la risa, no hacía más que echarse las manos al rostro y manifestar su deseo de llegar cuanto antes a casa, y yo miraba a Raúl y Lidia y me encogía de hombros mientras les susurraba: sólo quería saber a qué hora sale el último tren. Sólo eso.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta claro que lo tuyo con los frikis y ademas si el escenario es renfe, es tu especialidad. De ti (y no es porque seas mi hermano) me podría creer que no te fijaras en lo de las ubres, pero que no lo hiciera RAÚLLLLLLL.....POR DIOS (perdon por appel) HOMBRE QUE YA SON MUCHOS AÑOS.

Yolanda

pd. Albert creo que cuando nos diste en la entrada anterior la dirección del blog, a mi hermano el mateste un mito. (espero que no lo haya visto o se morira)

Anónimo dijo...

Yo por eso no pregunto nunca. Sin embargo tu cuñado David se toma el preguntar como un deporte o un arte. No me da ni tiempo a que averigue las cosas, porque le gusta parar a la gente y preguntarles cualquier chorrada que se le ocurra. Y cuando digo parar lo digo literalmente: a un pobre que está haciendo footing, y que sigue corriendo sin moverse mientras intenta contestar a David al mismo tiempo que piensa que es un capullo. Estas son situaciones que yo odio. Y si no, pregúntale a Yolanda, que una vez le preguntó una calle a un pobre desgraciado que llevaba una nevera a cuestas, mientras yo me quería morir. Y lo pero es que el hombre se paró y le indicó, con una mueca de dolor en la cara y el peazo neverón a cuestas...

Manoli

Anónimo dijo...

Hay que ver que con lo discreta que me estoy manteniendo yo en este blog, no parais de buscarme la vuelta eh!

Anónimo dijo...

Creo que Arcadio practica ese deporte del que David es tan adepto. Pero con el agravante de que él no lo hace directamente sino que me dice "Por que no lo preguntas?", y la cosa se complica cuando estamos en el extranjero y entonces empieza a acosarme para que lo haga yo en inglés, y yo intento disuadirlo para buscarnos la vida por nuestra cuenta (mi cuenta) y no, no puede esperar. Y entonces estalla la crisis.
En Nueva York era una constante,(ejemplo:) "y porque no preguntas que llevan estos huevos" y yo digo paque? son huevos y te gustan hasta con cascara, pues no!!! Me tenia frita.

Para Manoli: Salvate tú que puedes, yo ya caí en las redes del matrimonio.

Para Yolanda: Ya veras como ahora esto se anima.

Pilar.

PD: Aprovecho este blog para felicitar a nuestra sobrina Alexandra que hoy cumple 13 años. FELICIDADES (Esto a Arcadio le va a encantar, jejejeje!!!!!)

Arcadio dijo...

No me importa admitirlo: es cierto, la mando a ella a preguntar, ¿y què pasa? Existen una serie de patrones establecidos a los que más o menos debemos ceñirnos hombres y mujeres. Los hombres, es fama, no estamos facultados para realizar dos tareas a la vez, o mandamos preguntar a nuestra señora. Las mujeres colocáis vuestras tetas debajo del volante cuando conducís, o tomáis el camino más largo y enrevesados para llegar a una conclusión en la que los hombres os estamos esperando hace días porque tomamos un atajo más corto, que siempre acaba siendo la línea recta que conduce a todo.

Anónimo dijo...

Pues yo pregunto, pregunto y pregunto, soy la más pesada del mundo pero nunca he topado con una monstrenca de semejante magnitud. No me extraña que a veces estés tan cansado, Arcadio, puede que tu subconsciente sea incapaz de eliminar tal experiencia y como consecuencia, tu descanso diario no sea de calidad... quizás es el momento de iniciar una terapia. Duerme con el iPod debajo de la almohada, a lo mejor espanta a los fantasmas.

Berlin

Anónimo dijo...

Bueno, eso de que los hombres no sabeis hacer dos cosas a la vez es totalmente cierto, pero que llegais más rápido a cualquier conclusión porque cogeis un atajo, y nosostros llegamos a los días no te lo crees ni tu. Los hombres no tomais ninguna conclusión aparte de quedaros permanentemente en vuestra burbuja particular, mientras las mujeres hacemos malabarismos con el resto del mundo. Vamos, no me calientes, que me lanzo...

Pilar, yo ya no me puedo salvar, llevo doce años con este hombre, aunque no hayamos firmado papeles. Ya me he acostumbrado a su burbuja particular...

Manoli

Arcadio dijo...

Yo pensaba que lo de las burbujas se circunscribía a un determinado tipo de hombre. Todos los hombres tienes su particular burbuja?? Eso es nos arrinconáis en ella o porque no dáis más opción, sois tan neuróticas e impredecibles que si no es por la burbuja ya me dirás en donde buscamos cobijo y refugio de vuestros injustificables arrebatos

Anónimo dijo...

EEEEEEEEH!!!!! ALTOO. Esas burbujas no son mas que vuestras propias placentas, que como nunca llegais a estar preparados totalmente para afrontar la vida no sois capaces de desprenderos de ella.


pd. Pilar tenías razón esto ya ha empezando a animarse. Gracias de parte de tu sobrina Alexandra le ha gustado mucho el detalle

Anónimo dijo...

MIra, quizás tienes razón y os arrinconamos, pero es por vuestro bien. Cuando un ser superior como una mujer está en presencia de un ser tan simple como el hombre, o se le arrincona amorosamente y se tolera su burbuja, o le das un trastazo y te vas de compras. Y al precio que se han puesto los zapatos desde Sexo en Nueva York ya me dirás...

Manoli