jueves, septiembre 21, 2006

¿Qué quieres ser de mayor?


Mientras camino en dirección al centro de Mataró ojeo mi libreta y doy con una aseveración lanzada en algún momento por Juan José Millás: uno no debe a los libros lo que es, sino lo que ha dejado de ser. Cada vez estoy más convencido de que construímos nuestro caracter por eliminación. Por más que en la infancia nos preguntaran a menudo qué queríamos ser de mayor, y contestáramos, azorados, un sigiloso astronauta, futbolista o médico, se trataba de tímidas conjeturas sin más fundamento que el estímulo efímero que la última película vista había dejado en nuestra conciencia caprichosa e influenciable. Así pues, soy del parecer que difícilmente nadie se aventurará a afirmar categóricamente cómo será de mayor, pero sí poseemos en cambio una cierta idea de cómo no queremos ser, de tal forma que sometemos nuestro carácter a un paulatino pero riguroso proceso de transformación, siquiera de manera inconsciente, a partir de los modelos que vamos descartando.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

muy cierto...
Cuando eramos pequenos salieron aquellos libros que se llamaban "Elige tu propia aventura", ¿te acuerdas? Ibas leyendo tranquilamente y de pronto llegabas a una encrucijada donde tenías que elegir varias posiblidades, que te llebaban a diferentes partes del libro y por lo tanto a un final diferente. Aquellos libros me inquietaban, y me hicieron pensar que la vida probablemente iba a ser así también. Yo debía tener por delante la posibilidad de muchas vidas diferentes, y mis decisiones o la falta de ellas irían eligiendo una, por eliminación.
Aquellos libros me inquietaban tanto que decidir intentar ser consciente se esas encrucijadas, para tomar decisiones conscientes. La posibilidad de que mi indecisión me arrastrara por un rio que acabara desembocando en un mar que no era el mío me horrorizaba.
Aquellos libros me inquietaban tanto que tuve que dejar de leerlos. Pero la inquietud no me ha abandonado todavía...

Arcadio dijo...

También a mí me produce cierta angustia, con caracter retroactivo, el conjeturar qué habría sido de mi vida de haber tomado una decisión distinta a la que finalmente tomé. Si por lo que fuera jamás hubieramos abandonado Sant Feliu, donde tan bien estábamos y tanta desazón y rabia nos produjo marcharnos, qué habría sido de nosotros, cuáles de los rasgos de carácter que hoy día nos configuran no habríamos poseído nunca y por tanto nuestra concepción del mundo sería diferente observada desde otra experiencia, desde una visión o caracter cuyo bajage formativo habrá que suponer carecería de muchos elementos de los que hoy día disfruta.
En lo que respecta a los libros que mencionas, los recuerdo perfectamente pese a que jamás leí ninguno. No sentí nunca atraido por ellos, y con la sabía obetividad que dispensa el tiempo trancurrido, me aventuro a elucubrar un motivo por el que no frecuentara semejantes libros: quizá estimara que era injusto que el autor depositara en el lector la enorme responsabilidad del hallazgo caprichoso de una conclusión a una historia, labor ésta que es por entero responsabilidad de quien ha construido la ficción.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Arcadio, yo solo leí un libro de esos, y me angustiaba bastante, saber que si elegias mal se podía dar el caso que la historia acabase. NOOO! vaya fracaso que el propio libro de eche, y que de 100 páginas que tenía solo te hubieras leído 20. No me gustaban, como no me gusta estar pensado que hubiera pasado si en lugar de estudiar lo que estuié hubiera escogido derecho, nunca lo sabré y es muy cansado estar haciendo cábalas al respecto.

Pilar