martes, agosto 01, 2006
Honradez política
Los dos hombres que aparecen exultantes en la fotografía que encabeza esta entrada son Javier Gómez y Manuel Ródenas, militantes gays del PP que contrajeron matrimonio el pasado sábado 29 en Madrid. Contemplando la instantánea no puedo sino manifestar mi perplejidad y satisfacción a partes iguales. Perplejidad porque, por más que me esfuerzo en entender los mecanismo de razonamiento que gobierna el comportamiento de ambos contrayentes, no puedo alcanzar a comprender —disculpen mis carencias— cómo es posible, sin poner en tela de juicio tu sentido de la dignidad y el más elemental amor propio, militar en un partido que los ha denigrado pretendiendo rebajar sus derechos de ciudadano un escalón por debajo del resto de ciudadanos, un partido que no se ha molestado en ocultar su homofobia, al punto de apoyar y promover el testimonio de supuestos expertos que no han tenido empacho en declarar, en el Parlamento español, que la homosexualidad es una patología, acaso una suerte de deformación mental que afecta a unos pervertidos irredentos y reincidentes cuya existencia, se diría, sólo tiene como objeto corromper los valores cristianos de esa derecha rancia e inmovilista que al parecer desearía permanecer por siempre en ese tiempo en que las libertades sólo les beneficiaban a ellos.
Satisfacción porque una vez más ha sido necesaria la intervención de un partido de izquierda para que este país se modernice y avance en derechos civiles, sin la mediación directa y primordial del cual no está de más recordar aún seguiríamos sin ley de divorcio, que tanto ha beneficiado a quienes en su momento la rechazaron, curiosamente los mismos que ahora se rasgan las vestiduras -negras vestiduras de las sotanas- en protesta por el matrimonio entre homosexuales, al que seguramente acabarán acudiendo en tropel sin mostrar el menor reconocimiento, siquiera mínimo o anecdótico o en sordina o apenas musitado, por utilizar en su provecho las mismas libertades que rechazan y estigmatizan sólo porque ellos no tienen el coraje y la honradez política, no ya sacarlas adelante, sino tan sólo de proponerlas y respaldarlas o como mínimo no obstaculizándolas.
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