lunes, marzo 21, 2011

Melodramatismo innecesario

Lo que ha sucedido en Japón me confirma que acerté cuando decidí no matricularme en Periodismo. Es una profesión sin futuro abocada al desprestigio. Los mejores periodistas resulta que ahora son todos aquellos que no han cursado la carrera. Y cuando digo los mejores me refiero a aquellos que se dedican a difundir la verdad estricta de cuanto pasa en cada momento (es decir, lo que deberían hacer los periodistas si no perdieran el tiempo leyendo a Nostradamus), y no ha crear un pánico innecesario y contagioso como han tenido a bien perpetrar los medios de comunicación, incluidos los periódicos más prestigiosos del mundo. La gente que tiene cuenta en Tiwtter, en Facebook, y han vivido la tragedia en primera persona han informado verazmente, sin aspavientos retóricos y concesiones al espectáculo, son los que en realidad han obrado con mayor responsabilidad y mesura, lo cual no es óbice para que se ciñeran a la verdad. Lo hacían, pero sin las dosis de dramatismo e histeria de la que adolecía la prensa. He seguido casi minuto a minuto en varios diarios digitales los sucesos de Japón, y los titulares eran a cual más apocalíptico. Según entiendo yo, el objetivo del periodismo es informar y sacar a relucir la verdad, pero no voceando y propagando a la vez el fin del mundo, donde ya la verdad queda reducida a la anécdota, a lo superfluo, a lo tangencial.

Si el periodismo no se pone las pilas acabará siendo una caricatura de sí mismo, un sucedáneo de la revista El Jueves a la que los internatuas (porque Internet y no otro es el destino del los periódicos) acudirán para echarse unas risas.

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