Buenas tardes.
Buenas tardes.
¿A qué piso va?
Al 18, por favor.
Ah, qué casualidad, yo también.
Tampoco tanta.
¿Tanta qué?
Tanta casualidad, tampoco es tanta casualidad.
Hombre, que en un edificio de 50 pisos vayamos los dos al 18, pues es casualidad, qué quiere usted que le diga.
Seguramente muchos de los 50 están vacíos o se utilizan sólo de almacen, lo que reduce el número considerablemente.
Bueno, pongamos que se quedan en 25. Sique siendo una casualidad. Podría usted ir a cualquiera de los 25 excepto el 18 y no es así. Va al 18. Igual que yo. Ya es coincidencia.
Qué no hombre, que no lo es por más que se empeñe usted.
Bueno, yo creo que sí la es y ya está.
Bueno, si le hace feliz.
Ni feliz ni nada. Es un hecho objetivo. También son ganas de llevar la contraria.
¿Qué quiere usted que haga? ¿Darle la razón como a los tontos?
Tampoco es eso. No sé, se trata sólo de charlar.
Claro, ahí quería yo llegar. Se trata de hablar a toda costa, de lo que sea pero hablar. ¿Ha pensado la de conversaciones estúpidas que se sostienen en ascensores sólo porque la gente no es capaz de reprimir el deseo de decir vaguedades? Y todo para quedar bien, sólo por educación. Pues mire lo que le digo: conmigo no es necesario que quede bien. Tiene mi bendición para permanecer en absoluto silencio, no pensaré de usted que es un mal educado por hacerlo. Hasta le voy a lanzar un elogio, para que vea que me he dado cuenta del detalle: valoro su intención de inicar una conversación sin echar mano de la sobada meteorología. Lo valoro de verdad. Dicho lo cual, no es esfuerce más y concluyamos el viaje en silencio hasta el piso 18, y si le he visto no me acuerdo.
Tiene usted un punto de borde y desagradable que tira pa trás, oiga.
No seré yo quien le quite la razón, me conozco mejor que nadie, pero prefiero pecar de borde que de previsible y falto de imaginación, que es donde usted flaquea.
En cambio usted está cargado de prejuicios. De elaborar críterios en función de supuestos equivocados. Y no sé qué es peor...
¿Y en qué me he equivocado? Lo he visto entrar y he pensado: este es de los que no callan. Y ya ve, no ha tardado ni un segundo en confirmar mis sospechas. Así que lo que llama prejuicios no ha sido más que un pronóstico acertado.
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