Nada más propicio para estimular la lectura y el ejercicio de escribir que un tiempo desapacible. Frio y lluvia resultan un aliciente definitivo para dejar de posponer indefinidamente placeres semejantes. Uno, sin embargo, se debate entre el deseo de escribir y el temor a que hacerlo te revele carencias insalvables.
1 comentario:
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