miércoles, junio 19, 2013

El caudillo zombi


—Buenos días.
—Buenos.
—¿Qué planes tienes para hoy?
—Ninguno. Lo que me depare la vida.
—¿Vas a salir ahí fuera sin ningún plan establecido de antemano? ¿A la aventura?
—Ya te digo.
—Qué temeridad.
—Vivo en Mataró, no en Islamabad.
—Es igual. Hoy el mal acecha en los lugares más insospechados.
—Bobadas.
—Además, ¿Mataró no es donde hay 15.000 afectados por las preferentes?
—Eso dicen.
—Pues imagínate que se ponen todos de acuerdo para salir a la calle y arrasar la ciudad.
—Pobres, si la mayoría son ancianos que no se aguantan los «peos».
—Más a mi favor: no tienen nada que perder.
—Que no hombre, que no.
—Tomarán las calles, incendiarán los comercios, violaran a vuestras mujeres e hijos.
—Anda calla.
—En Mataró reinará la la anarquía. Los cuerpos despedazados de los banqueros y de los empleados de los bancos y de sus familias colgarán en lo alto de las farolas. Mataró se convertirá en una ciudad fantasma. Nadie tendrá valor para salir a la calle, estará tomada por los ancianos de las preferentes, que se pasearán con los bolsillos llenos de Viagra, ávidos de sangre y de sexo.
—Qué gilipollez.
—Y entonces apareceré yo.
—¿Tú?
—Sí, yo. Arcadio El Justiciero de la noche. Arcadio Mad Max. Cargado hasta los dientes de armas y munición suficiente para acabar con todos ellos. No dejaré uno en pie. Devolveré a la ciudad la justicia. Y me haré cargo de ella.
—¿Tú?
—Sí, yo. Hasta que los ciudadanos elijan un nuevo Gobierno, me haré cargo del poder. Seré el nuevo César del Maresme.
—¿Y qué será lo primero que hagas?
—Eliminaré la asignatura de «Lírica: formas y motivos» de la que me tengo que examinar el viernes.
—Imposible. Eso es en en la Universidad de Barcelona, y estará fuera de tu jurisdicción.
—Pues invadiré Barcelona. Convenceré a los ancianos de las Preferentes para que se sumen a mi causa. Reuniré un ejército y marcharé hacia Barcelona y la tomaré por las armas.
—Pero ¿a los ancianos no te los habías cargado?
—Los reviviré. Será una ejército de ancianos zombis. Crearé una pócima que los haga revivir y me seguirán como a un dios. Como a un caudillo. Seré el Caudillo zombi. Tiembla Barcelona.
—Anda, cállate y estudia.
—Corta rollos.

Conversaciones con Martina (77)


Frente al cole de Martina hay un bar en cuya puerta el dueño exhibe una gran jaula con un loro, gris e impasible. Todos los niños se paran a decirle algo al bicho. Martina viene de regreso hasta donde yo estoy y me pregunta:
—¿Los loros no repiten lo que les dices?
—Eso creo.
—Pues le he dicho hola y no lo ha repetido.
—Estará en huelga.
—¿Los de Huelva no repiten?

lunes, junio 10, 2013

Conversaciones con Martina (76)

Mientras desayunábamos esta mañana en la terraza de una cafetería de Sant Feliu de Guixols, Martina ha cogido los dos cubos y la pala de playa que llevábamos y se ha trasladado unos metros más allá, en la acera, y se ha puesto a dar golpes con la pala a los cubos. Yo, mientras leía el periódico, la miraba de soslayo pensando en los pasatiempos tan extraños que tiene mi hija. Al cabo de un rato, se ha acercado y, con cierto pesar en sus palabras, me ha dicho:
—Papa, estoy tocando música y nadie me echa dinero.

sábado, junio 08, 2013

Conversaciones con Martina (75)

Martina ha acompañado a su madre a limpiar el coche. Mientras pasan la aspiradora por entre los recovecos mugrientos del Seat Ibiza, Martina pregunta:
—¿Nuestro coche es guay?
—Hay coches más guays —responde Pilar.
—¿Y por qué no te compraste un coche más guay cuando te compraste este?
—Pues porque no tenía más dinero.
—¿Y ahora tienes más dinero?
—No, ahora tengo menos.
—¿Y por qué tienes menos dinero?
—Porque Mariano Rajoy ha subido los impuestos y el precio de las cosas, y nos queda menos dinero para comprar.
—Mariano Rajoy es malo
—Bueno, Martina, es que hay gente que lo votó. Yo desde luego no lo voté.
—Los ricos. Si tuviéramos más dinero seguro que lo votaríamos, pero como somos un poco pobres no, ¿verdad?
El razonamiento de Martina hace enmudecer a Pilar. Ante el silencio, Martina añade:
—Claro mama: a los ricos no les sube los impuestos.
—Ojalá fueramos ricos —dice Pilar— y no tuviéramos que trabajar tanto y tuviéramos dinero para todo.
—Sería guay —concluye Martina.

martes, junio 04, 2013

Conversaciones con Martina (74)

Pilar está duchando a Martina. Le dice:
—Martina, ya te tendrías que duchar sola.
—Cuando sea más mayor —responde Martina—, ahora no llego al grifo. Bueno, cuando llegue al grifo ya viviré en mi propia casa. 
—¿Te irás de casa?
—Pues sí, mama, como te fuiste tu de casa de la yaya.
—¿Me invitarás a tu casa?
—Sí, claro. Pero me tienes que prometer una cosa.
—¿Qué?
—Que vendrás siempre con el papa.
—Entonces, ¿si vengo sola no me dejarás entrar?
—No. Miraré por el agujerito, y si no viene el papa no te abriré la puerta.
Pilar se ofende.
—Pues que sepas que tu padre no te llevará tappers de comida, porque no cocina tan bien como yo.
—¿Y qué? No me importa.
—Cuando vivas fuera de casa ya te importará, ya.

Conversaciones con Martina (73)


Martina se me acerca cuando estoy a punto de llevarla al colegio.
—Papa —dice—, ¿puedo llevarme esta muñeca, y cuando esté en la puerta del cole te la devuelvo?
—Llévatela.
—Pero cuando la traigas a casa métela en la cama bien arropada, ¿vale?
—Vale.
—Y a su lado pones a Leopardina, ¿vale?
—Vale.
—Pero ponlos a los dos encima de la almohada que tiene una flor con pelo, ¿vale?
—Valee.
—La que tiene la flor, no la otra, ¿vale?
—Valeeeeeee.