miércoles, julio 19, 2006

Los jubilados y las obras


En ocasiones soy tan previsor que me da por pensar en qué ocuparé mi tiempo cuando esté jubilado. Debido a que soy ocho años mayor que Pilar cualquiera de los quehaceres que se me ocurren pasan por ser, necesariamente, actividades a realizar en solitario. No negaré que semejante perspectiva me produce satisfacción y no poca expectativa, lo cual, a su vez, es motivo de cierta desazón, pues ya saben ustedes que las expectativas difícilmente se ven por completo satisfechas, más aún si el tiempo durante el que son alentadas es tan prolongado como el que nos ocupa. En cualquier caso, las primeras labores que encabezan mi lista son, como no, la lectura o relectura de libros pendientes y el visionado de todas aquellas películas que considere oportuno. Va ganando puestos en la lista, sin embargo, esa actividad tan popular entre los jubilados que consiste en rondar las obras iniciadas en tu ciudad y contemplar o vigilar con atención el trabajo que desempeñan los empleados para, llegado el caso, no tener empacho en llamarles la atención si no lo realizan correctamente.

—Mira niño, yo diría que ese adoquín no parece bien colocado, y aquella tapa de alcantarilla no encaja del todo. A ver si nos esmeramos, hombre de dios, que cuesta lo mismo hacer bien las cosas.

Me pregunto a menudo si el grupo de jubilados de mi ciudad ocupado en tales menesteres se habrá organizado para llevar a cabo dicha tarea concienzudamente, de tal manera que cada mañana se desplazen en grupo de obra en obra, según una ruta establecida previamente, y siguiendo las directrices de un documento o plano en el que constará el emplazamiento exacto de cada una de las obras iniciadas en la ciudad, señaladas por orden de importancia que necesariamente no tiene porque responder a la magnitud de la misma u ubicación sino al grado de torpeza e ineptitud que manifiesten los empleados, ya que cuanto mayor sea éste más estímulo y gozo sienten los ancianos. Dicho plano, presumo, es elaborado por el más ocioso de todos ellos, pormenor éste difícil de dilucidar en un colectivo cuya única actividad diaria, junto con la visita a las obras, consiste en ir a recoger a los nietos diseminados por las distintos colegios y guarderías de la ciudad.

Con ser éste un entretenimiento en continua expansión debido a que la población envejece a pasos agigantados con respecto al índice de natalidad, parece ser que corre el riesgo de desaparecer, pues los jubilados han detectado que el aumento imparable de mano de obra inmigrante en detrimento del autóctono, conlleva problemas de entendimiento, pues muchos de los nuevos trabajadores desconocen nuestro idioma y esa circunstancia no facilita en modo alguno el diálogo cruzado que, por lo general, se suscita entre trabajador y jubilado.

Pa mí que el nivel ese está torsío — exclama el abuelo.

Pa mí que se podría usté ir a tocar lo cojones a otro sitio —contesta el trabajador.

Saborío eres hijo —concluye el abuelo.

El aumento de empleados inmigrantes, algo más recatado y pudoroso que el autóctono, también ha acarreado la desaparición de esa estampa tradicional que era motivo de risas y chascarrillos, ya no sólo en el colectivo de jubilados, sino en todo el que tenía la fortuna de contemplarla, a saber: ese trabajador, por lo general sobrado de peso, con una triste colilla colgando de la comisura de los labios y con el pantalón permanentemente por debajo de un culo blanco, en contraste con el moreno paleta (nunca mejor dicho) del resto del cuerpo, que al agacharse para alcanzar la cerveza depositada a su lado, enseña más de lo que cualquiera con cierto sentido de la estética desea ver.

Los jubilados, pues, abogan con insistencia por no echar a perder las tradiciones que con tanto éxito nos han dado a conocer en el mundo, y exigen que todo empleado de la construcción, sea cual sea su origen, se supedite y comprometa a obrar en consecuencia a fin de que no desaparezcan semejantes costumbres .

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando te jubiles Mataró estará todo edificado, así que ya me diras en que te vas a entretener.

Pilar

Anónimo dijo...

Genial, me he reído como una cosaca. Mientras tú haces todo esto, Pilar, Yolanda y yo estaremos buscando camisetas de lycra fucsia o verde fluorescente que nos marquen todas las carnes...
Por cierto, hay una falta de ortografía. Al empezar el tercer párrafo creo que quieres decir Me pregunto en vez de Mi pregunto.
besos,
Manoli